Asentada sobre un cerro, en un enclave estratégico en un cruce de
caminos, Maqueda, entre Ávila y Toledo era tan apreciada por
Almanzor, que la llamó “Sueño Dorado”.
La historia del lugar de remonta a la protohistoria y
posiblemente sirvió de asiento a un castro. Más tarde fue romana,
árabe y finalmente cristiana. Sus edificios y toponimia recuerdan su
pasado.
La Puerta Califal, construida entre los siglos X y XII, era la
entrada a la fortaleza y hoy el lugar ideal para penetrar en el
pasado medieval de Maqueda.
Santa María de los Alcázares es la iglesia parroquial de
Maqueda y aparece reseñada en los documentos más antiguos de la
Diócesis de Toledo. La iglesia se construyó dentro del recinto de
la antigua fortaleza y se apoyaba en la puerta califal.
La Torre de la Vela, levantada en el siglo XII, y hoy encajada en
el núcleo residencial, es uno de los restos de la antigua fortaleza.
Está construida en mampostería y ladrillo.
En un lugar visible para todos se levanta un Rollo
Jurisdiccional, levantado hacia 1500. Se trata de un símbolo de la
villa para administra justicia.
El castillo se eleva, como la morada del dios Zeus, por encima de
la villa y de todo el entorno. Considerado el auténtico emblema de
Maqueda fue un puesto de vigía romano. De origen musulmán, fue
reconstruido y ampliado por el matrimonio Cárdenas – Enríquez en
el siglo XV. Fue propiedad, entre otros, del condestable Álvaro de
Luna, y en sus aposentos se instalaron personajes ilustres como el
Cardenal Mendoza e Isabel la Católica.
La villa y su fortaleza guardan, desde el Norte, el Camino de
Toledo. También vigilaba los caminos utilizados, desde tiempos
ancestrales, por rebaños de cabras, vacas y ovejas. Cerca de aquí
comienzan las históricas tierras de vettones (y terminan la de los
carpetanos).
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