El río entra y sale de la ciudad,
estructura su entramado y la organiza en barrios. A un lado vasca, en
la otra orilla francesa. Destacado puerto y ciudad histórica. Aquí
mantuvo secuestrados Napoleón a los ineptos Carlos IV y Fernando
VII. Cielo gris y húmedo, fachadas oscuras, gaviotas posadas sobre
cualquier poste. Se siente el agua en cada calle, en cada pequeña
plazuela o espacio abierto. Típica estampa de un pueblo marinero
atlántico, más frío que el mare Nostrum, pero de confines más
lejanos.
Bayona (Baiona o Bayonne) está
emplazada muy cerca del mar Cantábrico, en la confluencia de los
ríos Nive y Adur, en la región histórica de Euskal Herria llamada
Labourd/Lapurdi, tierra no solo de vascos, sino también de vascones.
Como todas las plazas
fronterizas, Bayona ha sido testigo de una turbulenta historia
jalonada de episodios violentos. El origen de Bayona hay que buscarlo
en un castrum romano conocido como Lapurdum. Durante los primeros
siglos medievales fue conquistada por los vikingos. Se cuenta que en
estos años de presencia escandinava aprendieron los bayoneses los
secretos de la navegación. Técnicas que supieron poner en práctica
con éxito.
Más tarde formó parte del
ducado de Aquitania y en el siglo XII tras la boda entre Enrique II
Plantagenet y Leonor de Aquitania, Bayona se convirtió en una ciudad
inglesa. En estos años desarrolló todo su potencial económico.
Tras varios siglos de presencia inglesa en el contexto de la Guerra
de los Cien Años, Jean de Dunois la conquistó para su rey Carlos
VII de Francia.
Durante los conflictos que se
desarrollaron en el campo francés durante el Antiguo Régimen, los
campesinos de Bayona, faltos de pólvora, pero sobrados de
imaginación, introdujeron cuchillos de caza en los cañones de sus
escopetas a modo de improvisadas lanzas; había nacido la bayoneta.
El río Adur conecta Bayona con
el Golfo de Vizcaya y esta estratégica situación geográfica hizo
posible el desarrollo económico de la urbe. Los ciudadanos
prosperaron con la práctica del comercio y gracias al dinero que
llegaba a través del río se construyeron la catedral, el claustro y
el castillo.
Durante toda la Edad Media,
Bayona disponía de un dinámico puerto que comerciaba con las islas
Británicas y con el mar del Norte. Por otro ladro, sus astilleros
gozaban de gran reputación en el continente.
El río Nive divide la ciudad en
dos barrios, el histórico Grand Bayonne, y el barrio vasco de Petir
Bayonne.
El Grand Bayonne, organizado
alrededor de su catedral gótica de Sainte Marie, es el barrio
histórico, comercial y burgués desde siempre. Los numerosos
privilegios reales fomentaron la práctica económica y el
enriquecimiento de la clase burguesa. Los diferentes oficios –
toneleros, tejedores, forjadores, carniceros – se van asentando en
calles y barrios. Los nombres actuales de muchas calles recuerdan, y
sirven de sencillo homenaje, a estas corporaciones medievales que
contribuyeron al engrandecimiento del burgo.
Para cubrir las necesidades de
espacio y proteger sus mercancías de los frecuentes incendios,
artesanos y comerciantes, mandaron construir sótanos o caves, de los
que se han llegado a localizar más de cien.
La Catedral de Sainte Marie es el
corazón de la ciudad medieval y aquí se reunían los peregrinos que
se dirigían a Santiago de Compostela a través de la llamada vía de
Bayona. El claustro, abierto sin complejos a la vida de la ciudad, se
convierte en lugar de reunión del consistorio y los habitantes, y
recinto para los comerciantes.
El Chateau Vieux tiene forma de
enorme cubo, sin estridencias ni elementos fútiles. Un gran bloque
indestructible construido en el siglo XII por los reyes ingleses. Su
estructura descansa sobre tres torres romanas fuertemente reforzadas.
Este Castillo Viejo fue lugar de residencia de los gobernadores de la
ciudad. Aquí vivió (un tiempo) Eduardo de Woodstock, el famoso
Príncipe Negro.
La Petit Bayonne fue urbanizada a
partir del siglo XII sobre las tierras bajas y pantanosas de la
margen derecha del Nive, organizándose a lo largo de canales. En
gascón se llama Borc Nau, el Burgo Nuevo. El barrio fue protegido
por una línea de fortificaciones y poco a poco fue configurando su
vocación comercial. Fue también un barrio de profunda implantación
cristiana con la instalación aquí de las órdenes religiosas.
Petit Bayonne es un barrio
dedicado a las actividades fluviales y marítimas. Aquí se ubican
los astilleros, el mercado de pescado y los oficios relacionados con
el mar. Corsarios, contrabandistas y etarras encontraron aquí
refugio en alguna vieja casa.
El Chateau Neuf – Castillo
Nuevo – fue construido por Carlos VII tras la conquista francesa, levantándolo sobre la muralla
inglesa del siglo XIII.
Dura razonable, en el proyecto
político de una Euskal Herría unida e independiente ¿qué papel
jugaría una ciudad como Bayona?.
La estructura fortificada,
formada por tres líneas de muralla, corresponde a la típica de
cualquier población de frontera.
En el callejón de la Luna Negra
los marineros gastaban la paga en tascas y burdeles de mala muerte.
Bajos fondos portuarios, esencia viva de ciudades abiertas al mar.
Una patria chica de hombres
lanzados al mar, pescadores de bacalao, comerciantes y marineros,
arponeros y corsarios. Desde el siglo XI tenemos noticias de la venta
de carne de ballena en el mercado de la ciudad. En el siglo XIV,
además, era cuartel general (y guarida) para bandas de corsarios.