La batalla de Posada
(1330) marca de alguna manera el origen del principado medieval de
Valaquia, que con el tiempo se convirtió en uno de los territorios
que formaron el estado rumano. En el fondo, la Batalla de Posada es
un hito más, recurriendo al lenguaje algebraico un punto de
inflexión, en el proceso de formación de dicho estado. No pocos
estados arrancan su existencia tras una victoria en batalla, si los
astures, por ejemplo, tuvieron su Covadonga (extendida más tarde a
toda la España cristiana), los valacos tienen esta batalla vinculada
a la figura de Basarab I.
En otoño de ese 1330,
una fecha histórica para el pueblo valaco-rumano, Basarab I, llamado
el Fundador, derrotó al ejército húngaro en la Batalla de Posada
(Posadai csata , Batalia de la Posada), pero el conflicto comenzó un
poco antes. El voivoda valaco estaba dispuesto a aprovecharse de la
inestabilidad que se había apoderado de Hungría tras la extinción
de la dinastía de Arpad. En 1324 tenemos a Basarab bajo la
autoridad del monarca Carlos I Roberto, al que debía fidelidad y
tributo. Los siguientes años, Basarab conquista Turnu Severín, las
relaciones entre ambos se van enfriando, hasta que el voivoda valaco
se niega a seguir pagando tributo.
Dos miembros de la
aristocracia húngara instigaron al monarca a lanzar la campaña
contra Basarab I. Estos nobles eran Dénes Szécsi, que pretendía
obtener la fortaleza y el distrito de Sverin, y el voivoda de
Transilvania, Tomás Szécsényi, que ambicionaba controlar las
tierras de Valaquia. El rey entonces, totalmente convencido, inicia
una expedición de reconquista y de castigo a su vasallo rebelde.
En septiembre de 1330 el
rey prepara a su ejército, y otorga el mando de la caballería a
István Lackfi. Unos treinta mil hombres penetran en territorio
transilvano, conquistan Banatul de Severín, entran en Timisoara y
avanzan hacia Oltenia. La táctica de retirada y tierra quemada
puesta en práctica por Basarab provocó serías hambrunas entre los
invasores.
Entonces Basarab decide
emplear la diplomacia. Envía un emisario a Carlos I Roberto,
ofreciéndole plata, la Cetatea Severinlui y a un hijo que enviaría
a Hungría en calidad de rehén, como garantía de buenas
intenciones. Carlos rechaza la oferta de paz, añadiendo con desdén
que “Basarab es únicamente el pastor de mis ovejas”. La
Chronicon Pictum, documenta e ilustra esta entrevista y el desarrollo
de la batalla.
Los valacos atraen al
ejército más hacia el interior, a un estrecho valle, donde fueron
prácticamente masacrados (y humillados). Un primer ataque en el
monte cortó la marcha a las tropas, y posteriormente lanzaron un
segundo ataque demoledor y decisivo. A los 30.000 hombres del
ejército húngaro, los valacos solo pudieron oponer unos 10.000
individuos, que equilibraron su inferioridad numérica utilizando la
montaña como aliada. Este modesto ejército estaba formado por
caballería ligera (probablemente la guardia personal de Basarab),
arqueros a pie y campesinos escasamente armados.
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Lienzo de Jozsef Molnar, Dezso se sacrifica para salvar a su rey. |
Fueron cuatro días de
lucha (9 – 12 de noviembre) y el rey Carlos pudo huir a duras
penas, intercambiando la armadura con uno de sus vasallos. La famosa
Chronicon Pictum finaliza con esta batalla, una de las más dolorosas
que sufrieron los húngaros en esta época. Entre las víctimas se
contabilizó un elevado número de nobles.
Los historiadores no han
podido establecer el punto exacto donde tuvo lugar la batalla, aunque
lo más probable es que los valacos emboscaron al ejército húngaro
en una región comprendida entre Oltenia y Severín. Por otro lado en
las fuentes medievales no aparece el apelativo Posada. Este nombre
fue introducido por el historiador rumano Nicolae Iorga a principios
del siglo XX.
Para el protoestado
valaco, la victoria significó continuar con el proceso de
independencia respecto de Hungría, comenzado, entre otros por Litovoi o el legendario Radu Negru , y que sería consolidado por los
sucesores de Basarab, como Nicolae Alejandro o Vlaicu Voda .
Posada fue también un
momento decisivo para Hungría, esta derrota le obligó a abandonar
su ambicioso proyecto de extender el reino hasta el mar Negro.
Mircea Eliada, el gran
erudito rumano, escribe lo siguiente sobre la repercusión de Posada
en su obra “Bajo el signo de Zalmoxis”: “En efecto, desde que
el pequeño principado de Valaquia (Muntenia), fundado y fortificado
por la enérgica familia de los Basarab, conquistó la independencia
y repelió la soberanía húngara, después de haber aniquilado en
1330 al ejército de Carlos Roberto de los Cárpatos, asistimos a la
rápida expansión del Estado naciente en dirección al estuario del
Danubio y del mar Negro. A fines del siglo XIV, el príncipe de
Muntenia se intitulaba señor de las dos orillasa de todo el Danubio,
hasta el Gran Mar”.
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Basarab I en Curtea de Arges. |
Otro reputado
historiador rumano, Matei Cazacu, describe las causas, la batalla y
las consecuencias en el libro Vlad III Drácula. Vida y leyenda de el
Empalador, príncipe de Valaquia. “Por entonces, Carlos Roberto
llamaba nuestro voievod a Basarab, expresión que no podemos definir
con mayor precisión. En 1330, Basarab ocupó la fortaleza de Severin
a orillas del Danubio, en Oltenia, y el rey lo conminó de inmediato
a cedérsela. Ante el rechazo del príncipe valaco, Carlos Roberto
emprendió una campaña militar y amenazó a su vasallo “pastor de
ovejas”, con arrancarlo de su covacha meciéndole las barbas.
Cuando el rey invadió Valaquia con su ejército, el hábil Basarab
negoció un tratado de paz por el que renunciaba a su conquista y se
comprometía a pagar siete mil marcos de plata en concepto de
compensaciones, suma considerable que representaba el equivalente a
una tonelada y media de plata, a setenta y cuatro kilogramos de oro o
veintiún mil florines de oro. Esta promesa determinó al rey de
Hungría a dar media vuelta, dejando en el trono a su turbulento
vasallo, tras incendiar su residencia de Curtea de Argés, en las
colinas de los Cárpatos.
Sin embargo, en un
desfiladero de esos mismos Cárpatos, las tropas de Basarab atacaron
por sopresa al ejército húngaro que, rodeado por todas partes,
sufrió graves pérdidas (9-11 noviembre de 1330). El rey debió su
salvacióN únicamente a la circunstancia de que intercambió
armaduras con uno de sus vasallos. Nobles, caballeros y obispos
húngaros cayeron bajo las flechas y lsa piedras lanzadas por los
valacos desde lo alto del desfiladero. Se perdió incluso el esllo de
oro con las armas reales; y los restos del ejército sufrieron lo
indecible para encontrar refugio en Transilvania. Basarab conservó
Oltenia, que según parece recibió como prebenda su hijo, asociado
al trono a partir de 1342".
El irlandés, inmortal
al igual que su criatura, Bram Stoker, parecía conocer, siquiera en
esencia, la Batalla de Posada, o al menos, la forma de combatir de
los valacos, a juzgar por este pasaje de su novela Drácula.
“En la antigüedad
hubo tiempos agitados, cuando los austríacos y húngaros llegaban en
hordas y los patriotas salían a enfrentárseles, hombres y mujeres,
ancianos y niños, esperaban su llegada entre las rocas arriba de los
desfiladeros para lanzarles destrucción y muerte a ellos con sus
aludes artificiales”.
Valacos cabreados con
las intromisiones del monarca húngaro, deciden parapetarse tras los
riscos, y atrincherados en viejas montañas, que tan solo el agua
paciente de pequeños ríos, se atreve a franquear. Estos hombres y
mujeres dieron forma, consistencia y personalidad al principado de
Muntenia (Valaquia). Pero en estos casos siempre surge el mismo
interrogante, ¿quién era el máximo interesado?, ¿el campesino o
el boyardo?, ¿el pueblo o el voivoda?.