La Alameda Vieja, sitio de reunión
de los jerezanos y de esparcimiento desde el siglo XVIII, está
construida en el antiguo foso de la fortaleza. Paseando por aquí
obtendremos una panorámica de la ciudad almohade.
El conjunto monumental del
alcázar fue proyectado, y construido, en el siglo XII. Sus
artífices, los almohades asentados en Andalucía.
El alcázar de Jerez de la
Frontera está situado en el ángulo sudeste del recinto amurallado y
ochocientos años después de su construcción sigue siendo uno de
los edificios más emblemáticos de la ciudad.
Don Salvador Díez y Pérez de
Muñoz compró el alcázar en 1926 y lo salvó de la ruina.
La antigua mezquita almohade fue
transformada en la capilla de Santa María con la conquista de
Alfonso X.
La mezquita, de planta octogonal,
conserva sus elementos esenciales; la quibla, el mihrab, la sala de
oración y el patio, con su correspondiente fuente para las
abluciones.
Los excelsos versos del rey poeta
Alfonso X adornan el altar que cristianizó la mezquita.
Molino de aceite para elaborar el
preciado oro líquido.
La puerta de la ciudad es un
perfecto ejemplo de entrada en recodo.
Los árabes adoptaron y adaptaron
las termas romanas para sus baños.
Naranjos y estanques recuerdan
los ancestrales oasis del desierto arábigo.
La estatua de Alfonso X, un rey
muy vinculado a la ciudad. Anteriormente esta estatua representaba a
su padre San Fernando.
El palacio de Villavicenco,
barroco, de estilo colonial, se levantó sobre los restos de un
antiguo palacio almohade.
La torre octogonal es el punto
más elevado de la fortificación. Debajo de la torre se extiende el
Pabellón Real.
La noria y aljibe. El aljibe,
junto a los pozos diseminados por todo el perímetro, garantizan el
suministro de agua potable para los residentes en el alcázar.
La historia cristiana de Jerez de
la Frontera comienza con el monarca castellano leonés Alfonso X, que
aprovechó el impulso conquistador de su padre Fernando III, llevó
sus dominios hasta la actual provincia de Cádiz.