Hubo un tiempo en que
Vilnius era la capital de uno de los estados más extensos de toda
Europa, el Gran Ducado de Lituania, por otro parte, el último estado
pagano de Europa. La gran catedral, blanca e inmaculada, y la torre
de Gediminas, último resto de la antigua fortaleza de la ciudad,
aunaban el poder político y el religioso del Gran Ducado. Vilnius
tiene dimensiones de auténtica metrópoli europea, a orillas del río
Nevis, más cerca de Bielorrusia que de Polonia, parece haber
olvidado su, no tan lejano, pasado soviético. El arte barroco, los
enormes edificios y la multitud de iglesias son el reflejo de su
pasada grandeza, mientras que las bulliciosas y modernas avenidas,
los centros comerciales y las oficinas de negocios, son la
encarnación material de los nuevos tiempos.
Una carta y un sueño. La
primera mención documental de Vilnius es una carta del gran duque
Gediminas, fechada en 1323, invitando a comerciantes, monjes,
artesanos y a todo aquel que pudiese aportar algo de Europa
Occidental asentarse en su país. Una leyenda cuenta que este
Gediminas tuvo un sueño premonitorio después de una cacería, en el
que la divinidad le indicaba el lugar exacto donde debía levantar su
ciudad; una suave colina situada en el lugar donde confluyen dos
ríos, el Nevis y el Vilnius. La ciudad de Gediminas robó el nombre
al segundo de ellos.
Siglos antes de la
fundación oficial, existía al pie de la colina una aldea de madera.
La fisionomía de ese primer núcleo de población debía ser muy
similar al clásico modelo de mota y aldea desarrollado en Europa
durante la excesiva fragmentación que vivió en la Alta Edad Media.
Un río y una colina,
elementos físicos sobre los que se sustentan muchas ciudades. Una
vía de comunicación y una emplazamiento defensivo durante la Edad
Media eran imprescindibles para a segurar la supervivencia. Y si todo
va bien, el desarrollo y la prosperidad.
En el año 1387, después
de que el Gran Duque Jogailla abrazaba el cristianismo (al tiempo que
era coronado rey de Polonia como Vladislao II), Vilnius recibió los
derechos de Magdeburgo, es decir, capacidad de autogobierno. Poblada
en un principio por lituanos (mayoritariamente campesinos) pronto
comenzaron a llegar comerciantes alemanes, judíós, rusos,
ucracianos, bielorrusos y algunos tártaros. De esta manera Vilnius
se convirtió en un centro tolerante que recibe gente de diferentes
creencias y procedencias. Con Segismundo II, que establece su corte
en 1544, la ciudad alcanza su máximo desarrollo y un poco más
tarde Esteban I de Polonia funda la Universidad de Vilnius, que se
convirtió en un importante centro de estudios de toda la región
báltica.
La Puerta de la Aurora,
bastante barroca, es la única que queda en pie de las diez que se
abrían en la muralla medieval. Lituania es posiblemente el país
báltico (excluyendo Polonia, por supuesto) donde más hondo caló el
sentimiento católimo. Para muestra un botón. Sobre la citada puerta
existe una pequeña capilla que contiene una imagen de la Virgen
María que, según cuenta es bastante milagrosa.
La catedral y el antiguo
palacio real ocupan el mismo espacio urbano a los pies de la colina
donde se alza la fortaleza, el corazón de la urbe. Hacia el siglo
XIII existía en la zona un castillo construído en piedra y a partir
del siglo XV comenzó su transformación en un edificio gótico con
función residencial. En el siglo XVI arquitectos polacos e
italianos, artistas locales y extranjeros y trabajadores de todos
lados reconstruyeron el palacio. Este palacio renacentista fue una
lujosa residencia para los Duques de Lituania y también los reyes de
Polonia.
Rodeada por bosques y
colinas aún son visibles los restos de las antiguas fortificaciones
que formaban parte del complejo defensivo medieval.
El burgo medieval de
Vilnius se desarrolló a partir del ayuntamiento. El centro histórico
de Vilnius está formado por unos 1.500 edificios de épocas y
estilos diferentes; gótico, renacentista, neoclásico y
especialmente barroco. De hecho se considera a Vilnius, el último
destello barroco de Europa. Una encantadora ciudad en plena
naturaleza rodeada de suaves colinas.
Castillo, catedral y
ayuntamiento (ducado, obispado y burguesía) son los tres puntos
neurálgicos de la Ciudad Vieja, más recogida que la Ciudad Nueva
llena de avenidas, parques y grandes edificios comerciales. Ambas
configuran una ciudad de enormes dimensiones, con una población que
supera el medio millón de habitantes.
La calle Pilies es la
arteria principal y une el área del ayuntamiento con la plaza de la
catedral, los dos polos del poder urbano. Una calle que une al
estamento privilegiado (noblez y clero) con los estamentos no
privilegiados (burguesas y populacho). Podemos constatar su
existencia al menos desde el siglo XVI y era un especio prestigioso
donde construían sus casas los nobles, los ricos comerciantes y los
profesores de la Universidad. En la actualidad es un típico
recorrido turístico con bares, tiendas y restaurantes varios.
La Historia de Europa
contada a través de las ciudades.