El diablo a veces adopta forma
humana. Eso debieron pensar los que conocieron a Fulco III de Anjou,
conocido como “el Negro”. También los cronistas que relataron,
con todo lujo de detalles, sus fechorías. Violento, pendenciero y
codicioso, cometió robos, pillaje y violaciones, atacó a su vecino
Eudes de Blois, asesinó por placer, utilizó el látigo para
relacionarse con sus sirvientes, atacó al duque Ricardo de Normandía
y saqueó el monasterio de San Martín de Tours. Esos sí, como
hombre piadoso y buen católico, peregrinó a Tierra Santa para
expiar sus numerosos (y en el fondo imperdonables) pecados.
Alguna lo habeis sentido
Hace 4 horas
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