Las estrellas, que señalamos que
están errantes clavadas en el cielo, no nos están asignadas a cada
uno de nosotros, como se cree vulgarmente, ni son brillantes para los
ricos, mas pequeñas para los pobres, oscuras para los
desafortunados, ni relucen según la suerte de cada cual, dado que no
nacen y mueren con la persona correspondiente, ni cuando declinan
significan que alguien se este extinguiendo. No es tan estrecha
nuestra relación con el cielo como para que el resplandor de los
astros sea, incluso en el, mortal por culpa de nuestro destino. Esas
estrellas, cuando parece que caen, es que vomitan con una fuerte
llamarada la sobrecarga del humor acumulado por exceso de
alimentación, como también notamos entre nosotros que ocurre con el
aceite al encender las lamparas.
En realidad, la naturaleza de los
objetos celestes es eterna, ya que forman el entramado del universo y
están determinados por su entramado, si bien afecta fundamentalmente
a la tierra el influjo de las estrellas. Estas se pudieron conocer
con tanto detalle a causa de sus efectos, su claridad y su tamaño,
como demostraremos en el lugar correspondiente. Asimismo, la teoría
de los círculos del cielo se expondrá con mas propiedad a propósito
de la tierra, ya que se refiere enteramente a ella, aunque sin
posponer mas los descubrimientos sobre el Zodiaco. Es tradición que
Anaximandro de Mileto fue el primero que percibió su inclinación,
osea el que abrió las puertas de la naturaleza en la Olimpiada
quincuagésima octava; posteriormente Cleostrato descubrió sus
signos, empezando por Aries y Sagitario, y mucho antes Atlante
descubrió la propia esfera.
Dejando por ahora la configuración
del mundo en si mismo, trataremos de los elementos restantes entre el
cielo y las tierras. Es evidente que el astro mas elevado es el que
denominan Saturno y por esta razón se ve muy pequeño. Recorre la
órbita mayor y retorna a los treinta anos al punto inicial de su
posición. Asimismo, la traslación de todos los astros errantes, y
la del sol y la luna entre ellos, describe un curso inverso al del
mundo, o sea, a la izquierda, y el de este, siempre en dirección a
la derecha. Así, aunque con su rotación incesante de
inconmensurable rapidez se eleven por encima del ocaso y se
precipiten hacia el, sin embargo van en sentido opuesto, cada cual
por su órbita. De este modo ocurre que el aire, al no estar
concentrado en la misma dirección por el eterno torbellino del
universo, no permanece inmóvil en forma de un globo inerte, sino que
se difunde expandiéndose y distribuyéndose en virtud del impulso
opuesto de los astros.
Pues bien, Saturno es de
naturaleza gélida y rígida. La órbita de Júpiter esta muy por
debajo de el y de ahí que la recorra con un movimiento mas acelerado
en doce anos. El tercero es Marte, que algunos llaman Hércules,
ardiente en llamas por la proximidad del sol; recorre su órbita
aproximadamente en dos años y, por eso, por el calor excesivo de
este y por el frío de Saturno, Júpiter al estar en medio de ambos se
templa por la acción de los dos y resulta mas saludable. Por ultimo,
el recorrido del sol es, por supuesto, de trescientos sesenta
grados, pero para que su sombra coincida exactamente con las marcas,
se añaden al ano cinco días mas la cuarta parte de otro. Por esta
razón, cada cuatro años se intercala un día, para que la división
de las estaciones concuerde con el curso del sol.
Gira por debajo del sol un astro
inmenso llamado Venus que se mueve en dirección alterna y que, de
acuerdo con sus propios sobrenombres, es rival del sol y de la luna.
Asi que cuando sale temprano y aparece antes del amanecer recibe el
nombre de Lucifero, ya que anticipa el día como otro sol; a la
inversa, cuando resplandece por el poniente, se le llama Vespertino
como si prolongara el día e hiciera las veces de la luna. Fue
Pitagoras de Samos el primero que descubrió esta característica
suya, aproximadamente en la cuadragésima segunda Olimpiada, que fue
el ano 142 de la ciudad de Roma. Ademas, por su tamaño, esta por
encima de todos los demás astros y tiene tanta luminosidad que los
rayos de esta estrella son los únicos que producen sombra. También
por eso figura con una amplia serie de nombres, pues unos la llamaron
Juno, otros Isis y otros Madre de los Dioses. Por acción de su
naturaleza se originan todas las criaturas en las tierras, ya que al
impregnarse del rocío genital en sus dos nacimientos no solo da
fecundidad a la tierra sino que ademas estimula la de todos los seres
vivos. Recorre el curso del Zodiaco en trescientos cuarenta y ocho
días sin separarse nunca del sol mas allá de cuarenta y seis
grados, como opina Timeo.
Por un motivo similar, aunque no
por su tamaño ni por su influjo, el mas próximo a el es Mercurio,
denominado por algunos Apolo, que se desplaza por una órbita
inferior en un curso nueve días mas rápido, brillando ya antes de
la salida del sol o ya después del ocaso, pero nunca a mas de
veintidós grados de el, como ensenan Cidenas y Sosigenes. Por lo
tanto, esta característica es peculiar de estos astros y no es
compartida con los anteriormente mencionados, pues estos no solo se
ve que están distantes del sol a una tercera y a una cuarta parte
del firmamento sino que también se ven muchas veces enfrente de el.
Ademas, todos ellos juntos dan otras vueltas mayores de giro
completo, de las que se hablara a propósito del Gran Año.
Plinio el Viejo. Historia Natural II, 8.
No hay comentarios:
Publicar un comentario