Mentes calenturientas imaginan
tórridas escenas en el interior de los conventos. Monjas casquivanas
y frailes salidillos dan rienda suelta a las más bajas pasiones
lejos de las miradas inquisitoriales del abad y la madre superiora.
La blancura virginal de la piel femenina contrasta con el sonrosado
rostro del monje tonsurado. El dibujante flamenco Cornelis Cornelisz van Haarlem añade a la escena deliciosas viandas, y para no olvidar
donde estamos y a quién servimos, un rosario de considerable tamaño.
Alguna lo habeis sentido
Hace 4 horas
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