martes, 1 de julio de 2025

ENTRE LA MULTITUD.



Sombra invisible ocultándose en medio de la multitud.
Todos me miran, mas nadie puede (quiere) verme.
El sonido de mis pisadas es inaudible para sus ignorantes ojos.
Un único parpadeo de mis verdes ojos
dura lo mismo que una de sus miserables vidas.
El latido de sus corazones me excita
pero soy capaz de mantener la calma,
guardar la distancia y
vigilar con sigilo a mi futura presa.

Las personas (simples) preferirán seguir obviando mi existencia.
Ellos negarán que mi esencia es la misma que la suya.
Me nutro de sus esperanzas,
sus anhelos me sirven de alimento.
Escondido de todos,
acechando desde la nada,
presto a saltar sobre la yugular perfecta
que sacie mi inagotable sed de sangre.

Las pequeñas venas que recorren
su delicioso pecho brillan para mí solo.
Su piel sonrosada es un apetecible
bocado para mis hambrientas fauces.

En cuanto abandone la masa informe de gente,
la luz inundará su oscuridad,ella habrá muerto para este mundo.
Su mente comprenderá
y formará parte de mis perpetuas tinieblas.
Y entonces.
Entonces alcanzará la plenitud del alma:

....la inmortalidad.....

LEÓN, DE CAMPAMENTO ROMANO A CAPITAL DE REINO.

 


León tiene origen (y nombre) marcial y regio, en un campamento de la legión romana, acantonada en el Noroeste ibérico, cuando Augusto (perdón Octavio) completó la conquista de la península. El rey Ordoño II abandonó Oviedo e instaló aquí su capital. Se abría un gran futuro para la ciudad.


Un trazado muy asfaltado, que parte de Mansilla de las Mulas, y urbanizado, nos llevará a comenzar la búsqueda del Reino Olvidado, pero nunca dejado de reclamar por los súbditos leoneses.


La Real Colegiata de San Isidoro y la Pulchra Leonina, son los dos edificios más destacados de la ciudad de León, dos edificios que simbolizan dos momentos de máximo esplendor, el románico de los reyes de León y el gótico de los mercaderes y artesanos.





La sede de los Reyes de León, capital del reino, antiguo campamento romano y una de las más bellas catedrales góticas castellanas. De León dice Aymeric; “es sede de la corte real, llena de todo tipo de bienes”.


Augusto, el primer emperador (nominal) de Roma, acometió la conquista del norte peninsular y tras varios años de campaña consigue derrotar (que no someter) a cántabros y astures. Pero la región nunca pudo ser controlada del todo.





Para tratar de paliar la situación, y asegurarse la explotación de la importantes yacimientos auríferos, Vespasiano instala en el Noroeste de Hispania la Legio VII Gemina, cuyo campamento estable, andando el tiempo, termina por convertirse en una auténtica ciudad.


El antiguo acuartelamiento romano fue incorporado por Leovigildo al reino visigodo y en el 714, tras el colapso germánico, y la irrupción árabo-bereber en la Península Ibérica, fue conquistada por Musa ibn Nusayr. Pocos restos visibles quedan de estás épocas, salvo las murallas.


En su tímida (al principio) expansión hacia el sur, el rey asturiano Ordoño I afirma su dominio sobre la ciudad y procede a repoblarla con mozárabes y otras gentes del Norte, erigiendo en el 860 el obispado de León, en la figura de Frunimio.


Alfonso III de Asturias convierte León en el centro político del reino astur-leonés, y gracias a la continua llegada de judíos, gallegos o asturianos y al continuo fluir de peregrinos hacia Santiago, la ciudad entró en una vertiginosa etapa de crecimiento. Muchos de aquellos que llegaron hasta aquí – peregrinos, mercaderes, clérigos, segundones o veteranos de guerra – decidieron empezar una nueva vida y convirtieron León en su hogar.





En 1017 el rey Alfonso V otorgó fuero al Reino y a la ciudad. 


El origen del Reino de León hay que buscarlo en el Reino Astur, forjado por los tres Alfonsos, y el del Reino de Castilla, en el propio Reino de León (del que también se desgajará Portugal). Si queremos podemos sumar también Galicia. Cántabro-astures, hispanorromanos y visigodos (con algunos elementos llegados de más allá de los Pirineos) son los factores humanos, que sumados, dan como resultado la Corona de Castilla. León heredero del Reino de Asturias. La marca oriental evolucionó en condado y luego en reino de Castilla. El condado occidental se transformó en Reino de Portugal.


Paulatinamente León se fue convirtiendo en el centro político, económico y cultural de un poderoso reino, que por momentos, era capaz de competir con Al Andalus. En 1063, reinado de Fernando I, se trasladan desde Sevilla los restos de San Isidoro, empezando la construcción de la Colegiata, que cumpliría además las funciones de Panteón Real.


La real Colegiata de San Isidoro de León, panteón de los reyes y Capilla Sixtina del Románico. En 1063 Fernando I, que había trasladado a la Capital del Reino, los restos mortales del sabio San Isidoro de Sevilla, procedió a la consagración definitiva de este Santo Lugar. El propio Fernando I, uno de los hijos de Sancho III el Mayor, y su esposa, Doña Sancha de León, eligieron este lugar para el enterramiento de la Estirpe Real Leonesa, convirtiéndose en Panteón Regio. La hija de ambos, Urraca, señora de Zamora, amplió el templo, edificando una nueva iglesia.


“Aquí reposa Doña Urraca, reina de Zamora, hija del rey Fernando el Magno, ella amplificó esta iglesia y la enriqueció con multitud de donaciones. Y porque amaba a San Isidoro sobre todas las cosas de este mundo se consagró a su servicio. Murió en la era MCXXXVIIII (1101) yace oculta en este túmulo la noble Urraca. Aquí guarda este sepulcro la gloria de España. Tuvo por padre al gran rey Fernando y por madre a la reina Sancha. Mil ciento una vueltas había dado el sol a contar desde la encarnación del Verbo”.


San Isidoro es el panteón regio de los Monarcas de León; la cripta es una auténtica Capilla Sixtina del Románico. El rey Sancho III el Mayor de Navarra, en su tiempo el más poderoso de los monarcas ibéricos, descansa bajo la atenta mirada del Pantocrátor y el Tetramorfos. Los orgullosos reyes de León, cuando eran los soberanos del más poderoso estado cristiano ibérico, se hacían titular como Imperator Hispaniarum.


La cripta, como toda necrópolis, desprende una suave atmósfera de sacralidad enfatizada por etéreas nubes de misterio. Todo ello bajo una cúpula policromada, donde Pantocrátor es Señor Absoluto, acompañado por su cuatro heraldos. La cúpula románica vela por el descanso eterno de once reyes, catorce reinas y condes, infantas y nobles; sus almas en el cielo y sus cuerpos en suelo sacro.


La torre de la iglesia es una torre fortificada. Esta era la torre del palacio de los reyes. La iglesia era una especie de capilla del conjunto palaciego y lugar para enterrar a los miembros de la familia. Poco a poco la iglesia se fue llenando de gente, los peregrinos abarrotaban la estancia y el espacio era insuficiente. Solución: construir una iglesia más grande, la que vemos ahora, con Isidoro en la portada y sus reliquias en el altar. La torre, y el palacio, se apoyaba en las murallas de la ciudad.



La puerta aparece rematada por San Isidoro a caballo, emulando a Santiago Matamoros. Sabio y guerrero.





El insigne sabio visigodo San Isidoro de Sevilla, celebrado autor de Etimologías, reposa eternamente en este excepcional templo del Románico. Una auténtica joya del primer estilo europeo, tanto en arquitectura, como en pintura y escultura.




El interior de una iglesia (de pie, paseando o sentado en un banco de madera) se convierte en un espacio para el descanso físico y el reposo mental.



El panteón es una joya del arte románico. Originalmente era el pórtico de la iglesia que comunicaba palacio y templo. Como en el interior de la iglesia no se podía enterrar a nadie, los sepulcros se colocaron en este pórtico. Urraca de Zamora, hija de Fernando y de Sancha ordenó su pintura mural. Sobre yeso húmedo se aplica la pintura, cuyos componentes minerales reaccionan con el estuco, de esta manera las pinturas han llegado en perfecto estado de conservación hasta la actualidad.


La pintura románica, simple e infantil en láminas y fotografías, cobra esplendor, belleza, brillo, luminosidad y significado cuando se observa en la realidad. Pinturas conservadas en su lugar original, perfectamente conservadas.



Programa iconográfico. Bóvedas y paredes; la Historia de Jesús: Anunciación y pastores (representa a pastores de la montaña leonesa), matanza de los inocentes y huida a Egipto. Presentación en el Templo y por supuesto, nacimiento.



En una de las bóvedas está representada la Última Cena, con un personaje que no es habitual en la Península Ibérica, Martilius (o Marcial) el Copero, que sirve vino durante la celebración de la Santa Cena. La copa que tiene en la mano se parece al Cáliz de Urraca (candidato a Santo Grial).


La crucifixión, en una de las portadas de la basílica primitiva. A los pies de la cruz aparecen Fernando I y Sancha, un homenaje de su hija Urraca.



Una de las joyas de la pintura románica, el Pantocrátor, Cristo en maiestas y el Tetramorfos, desde el cielo velan por las almas de reyes, reinas, infantes e infantas del reino.



Y el maravilloso Calendario Agrícola, dibujado con maestría en un arco, muy cerca de Cristo, cada mes se relaciona con la actividad agropecuaria que correspondía según la estación. Es un velado homenaje a esa clase de hombres y mujeres, los campesinos, encargados de sostener sobre sus hombres todo el engranaje socioeconómico de la Europa Feudal. Sin ellos (ni ellas) no hay señores, ni reyes, ni obispos, y por supuesto, ni iglesias ni castillos. El autor supo donde situarlos, en los cimientos de la inmensa Colegiata, sobre sus doloridas (y castigadas) espaldas se elevan, altos, gruesos y compactos muros. Una iglesia es mucho más que piedra, cuenta la historia del mundo, del real (campesino) y el ideal (noble y clérigo). Hoy San Isidoro seguirá escribiendo, hoy San Isidoro conocerá mi historia.


¿Y la tumba de Sancho III?. ¿Dónde está?. ¿En León o en Oña?.


Y no podemos llegar a León, visitar San Isidoro y dejar pasar la oportunidad acercarnos al misterio; Marcial el Copero, el cáliz de Urraca y el Santo Grial.



¿Es el cáliz de Urraca la copa de Crista, el enigmático Santo Grial?. Eso al menos es lo que sostienen los autores del documental, Onyx, los Reyes del Grial.


Una realidad verosímil e improbable. Hace unos años fue objeto de estudio de personal de la Universidad de León. Lo que cuentan es algo así. Dos piezas, copas o recipientes, de ágata y origen romano del siglo I y que formaban parte del tesoro del Santo Sepulcro. El califa egipcio que saqueó Jerusalén se llevó las piezas a El Cairo. Este califa le dio las piezas al emir de la Taifa de Denia a cambio de grano. Egipto sufría una terrible hambruna. El emir de Denia se las regala a Fernando I rey de León, para sellar un pacto de amistad. El emir sabía que sus tropas eran insuficientes para frenar el poderoso ejército leonés. Urraca dona el cáliz a San Isidoro. Una pieza es la copa y la otra el pie. Oro y todo tipo de gemas completan el Santo Grial Leonés.


¿Pudo esta copa ser el cáliz de la Última Cena?. Dos documentos sirven para avalar su antigüedad y su depósito en el Santo Sepulcro de Jerusalén. Además uno de ellos se refiere a su poder taumatúrgico. La hija de Saladino cayó enferma y para curarse debía utilizar una lasca desprendida de una de las piezas. El lugar del que se desprendió la lasca aún es visible en el cáliz.


La leyenda medieval que más éxito ha cosechado en los tiempos modernos. Una búsqueda en la que todos nos hemos embarcado alguna vez. Recorrer el Camino de Santiago tiene mucho de búsqueda.





Urraca I, hija de Alfonso VI y Reina de León, olvidada y maltratada por la historia. En la corte astur-leonesa las mujeres eran bien educadas (y formadas) para desempeñar su papel como reinas. Urraca, hija del rey leonés Alfonso VI, es una de esas mujeres. Enviudó joven de su esposo borgoñón, y se casó con un maltratador nato, el rey aragonés Alfonso I el Batallador. En la misma noche de bodas la emprendió a golpes con su esposa. ¿Podemos considerarla la primera reina de España?. Nunca se doblegó ante nadie. No dudó en plantar cara a su ambicioso esposo (se enfrentaron en batalla en el Páramo Leonés). Buscó el apoyo del obispo de Compostela y de la nobleza gallega, empeñados todos en consolidar la autonomía del Reino de Galicia.




Un centuria más tarde, Alfonso IX preside en la ciudad una Curia Regia. En esta reunión participan magnates y burgueses representantes de las ciudades, marcando un hito en el proceso de formación de Cortes (el primitivo parlamento). Las Cortes convocadas por el rey Alfonso suponen una transición en la configuración de las cortes. La Curia Regia admite únicamente la presencia de la aristocracia, mientras que en las Cortes propiamente dichas, también está representadas las ciudades. Para los más optimistas, con un punto de sensacionalismo, podemos estar ante las primeras cortes en la historia de España, e incluso de Europa. Pero siendo más realistas, debemos concebirlas como lo que fueron; una importante etapa en un proceso de evolución política más complejo. En 2013 reconoció a León como cuna del parlamentarismo. 




El edificio que termina de materializar el auge de León es su catedral, la Pulchra Leonina. Favorecida por su situación en las principales rutas de trashumancia, el ser hito fundamental en el Camino de Santiago y un centro fundamental en las comunicaciones de la Meseta con Galicia y Francia, la ciudad experimentará un notable auge económico, que posibilitará la construcción de una catedral de estilo gótico francés.


La luz de esta ciudad, un faro que guía al peregrino. Las escasas cinco décadas que duró su construcción le otorgó pureza de formas, integridad, equilibrio y cierta perfección. El rey que trasladó la capital de Oviedo a León, Ordoño II, está enterrado en un lugar excepcional, el trascoro.




Una ciudad entera trabajando por la gloria eterna. Llegar a Dios a través de la piedra, la arquitectura y las vidrieras. A través de las vidrieras la luz del Creador inunda el interior del templo. Fernando III y Beatriz de Suabia patrocinaron la Catedral, al igual que hicieran con la de Burgos. Es difícil decidir cual de las dos es más bella.




La alquimia de la luz. La Virgen Blanca sonriente, en el parteluz. La vieja Isis entronizada como reina y como la madre que otorga la vida.





Las vidrieras regalan un caleidoscopio de luz. El rosetón orientado al oeste, ilumina el altar mayor con los últimos rayos de Sol de la tarde. ¿Vidrieras del maestro constructor de la catedral?





Nuestra Señora la Virgen Blanca, escultura original. La que está ubicada en el parteluz es una preciosa copia. 







Y en el transaltar la magnífica sepultura del fundador, Ordoño II, omnipresente en toda la ciudad.







Sepulcro del obispo Martín el Zamorano. 




Un curioso Lucas el Evangelista con gafas. 





El coro diáfano permite contemplar la belleza de la catedral en toda su inmensidad. La escasa luz artificial, la música y las vidrieras crean una atmósfera mágica y envolvente. Es fácil imaginar el impacto de esa imagen, el interior de la catedral en un sencillo aldeano medieval temeroso de Dios.



Como Pulchra leonina es conocida la preciosa catedral de la ciudad de León. Junto a Burgos y Toledo, la tercera de las grandes catedrales góticas castellanas. La Catedral de León, dedicada a Santa María de Regla, recibe la influencia de la Teoría de la Luz, del Abad Suger. Transmisión de esa correa de comunicación que fue la Ruta Jacobea.



La Catedral de León es la más francesa de todas las góticas castellanas. Iniciada en la transición del siglo XII al XIII por el obispo Manrique de Lara y Alfonso IX. Ningún edificio le hace sombra, no tiene puntos muertos, bajo sus torres, junto a la portada o desde la fachada lateral es posible contemplarla en su totalidad. Torres desiguales y más de setecientas vidrieras, la divinidad cuenta su historia, iluminan las tinieblas interiores del edificio y del hombre; la Jerusalén Celeste se materializa entre estos espigados muros.


Hablando de alquimia aquí en la ciudad de León no podemos olvidar el nombre de Nicolás Flamel. El Camino de Santiago ha sido imaginado y contextualizado desde diferentes puntos de vista (históricos y esotéricos) como un camino iniciático, una camino hacia el autoconocimiento, y como tal, también relacionado con la alquimia. Nicolás Flamel, acaso el más afamado alquimista medieval, concibe en su obra "El libro de las Figuras Jeroglíficas" el Camino de Santiago, como el recorrido (real o metafórico) que le llevó a lograr su meta personal; la Piedra Filosofal, para a través de ella convertir cualquier metal en oro y alcanzar la inmortalidad. En cierta manera, podemos concebir el Camino de Santiago, como un proceso alquímico en el cual, el objeto transformado es el propio peregrino (en cuerpo y alma).



Nicolás Flamel es uno de esos personajes en que lo legendario ha ido devorando al hombre, hasta llegar a un punto donde no se puede saber donde empieza éste y donde termina aquel. Flamel, el hombre, fue hombra instruido de su época, rabino, escribano y librero parisino del siglo XIV. El Flamel legendario fue un amafado alquimista medieval capaz de ejecutar la Magna Obra de la Alquimia, elaborar la piedra filosofal, y a través de ella transmutar cualquier metal en oro y lograr la inmortalidad. Durante la Guerra de los Cien Años, mientras trabajaba de librero en París llegó a sus manos un viejo grimorio alquímico y empleó más de veinte años en descifrarlo.


Con el objetivo de obtener los conocimientos necesarios para traducir el grimorio, Nicolás Flamel viajó a la Península Ibérica, llegó a Santiago de Compostela, pero nada consiguió. Derrotado y cabizbajo emprendió el regreso a casa, con las esperanzas perdidas llegó a León, y finalmente en la antigua capital del reino, pudo contactar con el Maestro Canches, un anciano rabí que identifió el grimorio con el mítico Aesc Mezareph del judío Abraham, y consintió en enseñar a Flamel todo el conocimiento esotérico y simbólico necesario para su interpretación. Este viaje (externo e interno) fue narrado en su Libro de las Figuras jeroglíficas, describiendo su ascenso hasta el conocimiento supremo como si de la peregrinación a Santiago de Compostela se tratase.


De regreso a París se puso manos a la obra, fue capaz de elaborar la piedra filosofal, consiguiendo ingentes cantidades de oro. También asegura la leyenda que gracias a la piedra, él y su esposa Perenelle, obtuvieron la inmortalidad. Hay quien afirma haberlos visto en la Ópera de Paris años antes del estallido revolucionario. Si esta historia es cierta, quizás algún día, en algún recóndito lugar del Viejo Mundo, me tope con Nicolás y Perenelle


El final de la Edad Media fue una etapa de profunda crisis (Peste Negra, Guerras Civiles Castellanas y el emigración hacia el sur en busca de nuevas oportunidades), marcará el lento declive de esta milenaria ciudad, una parte imprescindible de nuestra historia.




Después de superar el asfalto y el ruido de coches, el peregrino alcanza el casco viejo de León a través de Puertamoneda abierta en la muralla medieval.



Antes hemos dejado atrás la iglesia de Santa Ana (muy reformada) que fue hospitalaria, y tuvo cementerio de romeros. Seguidamente alcanzamos la plaza del Mercado o del Grano, con el convento de las Carbajalas y la Iglesia de Nuestra Señora del Mercado.



En la Iglesia de Nuestra Señora del Mercado fue proclamado emperador el rey Alfonso VII. En 1135, en la mañana de Pentecostés, el rey de Navarra, García Ramírez y el obispo de León, escoltan a Alfonso VII, recién coronado emperador.



Paseando, paseando me encontré con Guzmán el Bueno. Nos saludamos y nos emplazamos para otra ocasión.



Ahora abandonamos el camino histórico y entramos en la zona original de la ciudad, la que quedaba dentro de la cerca romana, y encontramos la Casa Botines, la Catedral y la Basílica de San Isidoro, entre otros destacados edificios.



Una ciudad alegre, con gran ambiente callejero. Muchísimas cafeterías y bares de tapas. En las noches de verano el vino y la cerveza se desbordan por las calles del Barrio Húmedo. Tapas elaboradas o sencillas, tradicionales y de alta cocina, las de toda la vida y las que se ponen de moda.



Suntuosos palacios cuya construcción va desde la Baja Edad Media, como el Palacio de los Condes de Luna, al Renacimiento, como el Palacio de los Guzmanes (sede de la diputación de León).




La primera vez que visité la ciudad de León, verano de 2011, me alojé en una modesta y acogedora pensión con unas increíbles vistas a la Plaza Mayor. 


Los peregrinos son engullidos por León, tanto la entrada como la salida resultan muy incómodas. A través de la puerta Moneda entran en el centro histórico, y los romeros abandonan la capital del reino por el Hospital de San Marcos y el puente adyacente que cruza el río Bernesga. Desde aquí se encaminan ilusionados hacia el Páramo.





La mayoría de los peregrinos seguirá el Camino Francés pero unos pocos decidirán realizar el Camino del Salvador y dirigirse, en primer lugar, a Oviedo, para seguir la recomendación «Quien va a Santiago y no va al Salvador, honra al criado y olvida al Señor».





Para muchos peregrinos jacobeos Oviedo era una meta en sí misma, algo más que un paréntesis dentro de su largo Camino al Finisterre. Desde León eran muchos los que desviaban sus pasos hacia el norte y afrontaban las dificultades naturales con objeto de postrarse ante la imagen del Salvador y venerar las reliquias de la Cámara Santa. Luego seguirían a Compostela por el Camino norte o volviendo a León renovado su espíritu y con nuevos ánimos para culminar su Camino.

Juan Vega.

Los caminos a San Salvador de Oviedo.

Revista Peregrino Nº 33.





Campamento de la legión, residencia de los monarcas, panteón real, sede de cortes (las más antiguas de Europa) burgo medieval, ciudad jacobea, metrópoli episcopal, capital del Reino, urbe vanguardista, centro comercial, románica y santiaguista, húmeda y gastronómica. Dos milenios de historia, y restos materiales de ese par de miles de años. Murallas de época romana, iglesias medievales, palacios renacentistas y edificios vanguardistas. Reyes y emperadores. Origen de un país (dividido e invertebrado). Rampante, rugiente, garras afiladas y melena al viento.


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