Murallas,
torres, caminos de ronda, pasadizos secretos, ermitas, viento,
olivos, viñedos, tierra seca, silencio . . . sensaciones de otro
tiempo, recuerdos de otra vida, de aquella que no he vivido, pero en
lugares como este, soy capaz de recordar . . .
Monteriggioni, situada en la
Toscana (concretamente en la provincia de Siena), conserva su aroma
medieval (mucho mejor que la cercana y archiconocida San Gimignano),
pues aquí los efectos de las invasiones de turistas armados con
cámaras de fotos, no han sido tan dramáticos. La pequeña localidad
se encuentra en la Vía Francigena, un camino de peregrinación que
comienza en Canterbury y finaliza en la plaza de San Pedro.
Las iglesias están
perfectamente diseñadas y orientadas de tal manera que la luz del
Sol, símbolo divino ilumine con mayor intensidad la zona del altar,
de esta manera ilumina al creyente, que traspasando el umbral del
templo, ha podido llegar a la zona más profunda, más alejada del
mundo, mas sacra . . .