Frente a los anquilosados señores
feudales de castillos y monasterios, surgen las ciudades como una
alternativa de poder con mucho futuro. El crecimiento demográfico,
la roturación de tierras y el aumento de la producción agraria, el
fin de las segundas invasiones, el desvío de los hombres de armas
más violentos hacia Tierra Santa y la irrupción de las órdenes
mendicantes permitieron que las ciudades incrementaran su población,
se convirtiesen en referentes culturales y volviesen a recuperar su
papel de centros de producción e intercambio.
Muchas ciudades europeas eran muy
antiguas, contaban varios siglos de historia y tenían un origen
romano (París, Roma, Aquisgrán, Nimes...) o incluso anterior, otras
sin embargo, surgen durante la Plena Edad Media en lugares de paso
para peregrinos o mercaderes, cruces de caminos, alrededor de
castillos o monasterios. Todas estas urbes cumplían funciones
administrativas, residenciales, defensivas, comerciales y
artesanales, aunque algunas de ellas se especializaron en una
actividad determinada: centros comerciales (Génova, Venecia,
Barcelona, Lübeck, Ragusa...), ciudades artesanales (Brujas,
Londres...), sedes de ferias (Champaña, Medina del Campo,
Amberes...), focos culturales (Oxford, Bolonia, Salamanca...), cabeza
de administración (París, Londres, Valladolid...), destinos
religiosos (Roma, Santiago de Compostela, Nidaros, Canterbury....)
La mayoría de estas ciudades
estaban sujetas al control de algún señor feudal, pero poco a poco
y gracias, en parte, al apoyo de las monarquías, alcanzaron gran
autonomía. En su lucha por incrementar su poder frente a los grandes
señores, los monarcas feudales encontraron un inestimable apoyo en
las ciudades. Para garantizar esos apoyos los reyes favorecieron el
desarrollo económico y la autonomía política de las ciudades por
medio de la legislación. Para regular la actividad económica
expedían licencias para celebrar ferias y mercados. También
concedían fueros y cartas puebla donde se disponen los repartos de
tierra y las normas de convivencia. Con el tiempo los representantes
de las ciudades también acudían, junto a nobles y clérigos, a las
Cortes (o Parlamentos) convocados por el monarca.
Las ciudades prosperaron gracias
a la artesanía y a los intercambios comerciales que se concentraban
en barrios que recibían el nombre de burgo. Vinculada a estos
lucrativos oficios surgió una nueva y dinámica clase social; la
burguesía. El burgués, por definición, se oponía abiertamente a
los grupos privilegiados del Orden Feudal.
Los linajes burgueses más
importantes e influyentes rigieron los destinos de sus ciudades, y
llegaron a conformar una auténtico patriciado urbano. Estos
patricios copaban las instituciones de gobierno. Esta concentración
del poder en unas pocas (y contadas) manos fue origen de numerosos
motines y revueltas populares.
Los vecinos elegían a sus
representantes para desempeñar las funciones de gobierno. Entre los
cargos e instituciones políticas más importantes podemos enumerar
las siguientes:
♠ Magistrado.
Recibía diferentes nombres, como alcalde, regidor o burgomaestre, y
era la cabeza visible de la ciudad y se encargaba de su gobierno. En
esta figura podemos ver un recuerdo del antiguo cónsul romano.
♠ Concejo.
Estaba formado por varios ciudadanos notables que ayudaban al
burgomaestre, se encargaban de la seguridad y la buena convivencia,
establecen los impuestos y preparan los presupuestos para gestionar
los gastos y los ingresos. El concejo es el precedente temporal e
institucional de los ayuntamientos.
♠ Milicias.
Los vecinos de la urbe, al igual que los comprometidos ciudadanos de
las polis griegas, se organizaban en milicias para la defensa de la
ciudad (o bien, de sus intereses).
♠ Tribunales.
Su función era juzgar y castigar los delitos perpetrados en el área
urbana.
En la práctica muchas de estas
ciudades funcionaban como repúblicas oligárquicas más o menos
independientes.
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