El clima en Europa en el Período
Cálido Medieval (también llamado Optimo Climático Medieval), entre
el año 700 y el 1300, fue por lo general más cálido que el actual.
El apogeo del período debió alcanzarse hacia el año 1100. Fue una
época de clima tan suave que el cultivo de la vid se extendió por
el sur de Inglaterra. El Mediterráneo debió sufrir sequías más
agudas y al parecer, más al este, el nivel del Mar Caspio descendió
de nivel. Los glaciares suizos se retiraron a cotas más altas
(Broecker, 2001). Creen los historiadores medievales que entre el año
1000 y el 1300 la población de Europa se multiplicó por tres o
cuatro. Coincidió probablemente con un clima óptimo que favoreció
la actividad agrícola.
Lo más notable históricamente
fue la expansión vikinga. Pueblos de origen escandinavo dejaron sus
hogares para aventurarse en tierras lejanas. Los vikingos de Suecia
cruzaron el Báltico y se establecieron en tierras eslavas, alrededor
de Novgorod; después, desde allí, yendo hacia el sur, llegaron
hasta Constantinopla. Los vikingos de Dinamarca, dirigiéndose al
oeste, ocuparon y se hicieron fuertes en el sur de Gran Bretaña y en
Normandía. Desde los años 800 navegaron hacia el sur por la costa
de Francia y de la Península Ibérica, dejando huellas de su
presencia en rías como las de Mundaka (Erkoreka, 1995) y entraron
finalmente en el Mediterráneo arrebatando Sicilia a los árabes
entre el 1060 y el 1091.
Los vikingos de Noruega se
aventuraron aún más lejos: hacia el noroeste del Atlántico.
Después de ocupar gran parte de las islas Británicas e islas
septentrionales, entre el año 870 y el 930 se asentaron en Islandia.
Aprovecharon un período en el que las aguas de aquellos mares se
libraron del hielo y gozaron de un clima más cálido.
Más tarde, siguieron la aventura
viajera y al mando de Erik el Rojo, que había sido expulsado de
Islandia por criminal, arribaron a lo que llamaron exageradamente
Groenlandia, tierra verde, en donde lograron crear durante unos
siglos una colonia relativamente boyante, de unos 5.000 miembros, a
la que no le faltaron sus propios obispos.
Ocuparon especialmente el fondo
de dos fiordos situados en la costa oeste de la isla, ya que la costa
este, bañada por una corriente fría que desciende del Artico, es
más inhóspita. Allí, aprovechando los pastos de verano, se
dedicaron a criar ganado, especialmente vacuno, lo cual no les debió
resultar nada fácil. De hecho los restos que quedan de los establos
indican que las vacas eran extraordinariamente menudas. Mantenían
contactos con Islandia y con el continente, a donde exportaban pieles
y marfil de morsa. A cambio importaban hierro y madera, de la que la
isla, a excepción de algunos bosquetes de abedules, estaba muy mal
surtida. Su estancia allí estaba agravada por su mala relación con
los inuit, un pueblo esquimal que, gracias probablemente al buen
tiempo de aquellos siglos y a la descongelación de gran parte del
hielo costero del mar de Baffin, habían avanzado hasta Groenlandia
desde el oeste, desde Alaska y el área de Bering.
Partiendo de Groenlandia, los
vikingos hicieron pronto incursiones por las costas de América, que
denominaron Vinland. Desde el principio encontraron también el
rechazo de los indios americanos. En las sagas se cuenta que en el
primer contacto con estos, de un grupo de nueve hombres, los vikingos
mataron a ocho. Mal comienzo. No es por eso de extrañar que el único
campamento que se ha hallado con trazas de la estancia vikinga se
encuentra en L’Anse of Meadows, en la costa de Terranova. Sí se
han encontrado algunos objetos suyos en algún que otro sitio más al
interior, quizás acarreados hasta allí por los indios y no por los
propios vikingos.
Al final, hacia el año 1300, el
clima de nuevo se fue enfriando. El estrecho que separa Groenlandia
de Islandia se cerraba frecuentemente debido al avance hacia el sur
de la banquisa ártica marina. La navegación se hacía imposible. La
incomunicación, el frío y el acoso de los Inuit —que tuvieron que
bajar desde el Artico persiguiendo a las focas y, a su vez, huyendo
del frío— acabó con el asentamiento de los vikingos. El último
obispo murió hacia 1378. Los viajes a Vinland fueron desde entonces
sólo recuerdos y leyendas (Ogilvie, 2000). Durante muchos inviernos
de los siglos siguientes el avance de la banquisa hacía que la
propia Islandia quedase toda ella rodeada por hielos, trayendo
zozobras y tiempos difíciles, según narran las crónicas históricas
islandesas.
Antón Uriarte Cantolla
Historia del Clima de la Tierra.
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