La desgastada silueta de
la fortaleza lleva siglos expuesta al Sol, la lluvia y el viento. De
su pretérita grandeza nada queda. Situada en el condado de Arad, en
la franja fronteriza, la Cetate Soimos – Fortaleza de Soimos –
que se eleva por encima de la población de Lipova (una famosa
estación de aguas termales), fue durante siglos centinela de
Hungría, una castillo que guardaba la frontera oriental del Reino de
Hungría con Transilvania. Hoy es un recuerdo en piedra de aquellos
tumultuosos tiempos.
La fortaleza de Soimos
fue construida sobre anteriores asentamientos dacios y romanos (como
los espacios sacros, también los bastiones defensivos suelen ser
reocupados y reutilizados) por el rey Bela IV, en un intento de crear
un cinturón defensivo que contuviese las peligrosas cabalgadas
mongolas, prácticamente imbatibles en campo abierto. El primer
documento relativo a Lipova es de 1314 y se refiera a esta localidad
como Castellanus Lypua, un reflejo de la función eminentemente
defensiva del susodicho asentamiento.
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