El reloj astrónomico de
Praga, situado en una de las paredes del ayuntamiento, es una de las
mayores atracciones de la ciudad, cada hora decenas de curiosos
turistas se arremolinan a su alrededor para disfrutar de la compleja
parafernalia que acompaña la llegada de las “en punto”.
Cuenta una vieja
leyenda, repetida en otras tantas edificaciones a lo largo y ancho
del continente, que le relojero que lo construyó, Hanu z Ruzé, fue
cegado por deseo de los concejales de Praga para que no pudiese
volver a levantar otra maravilla semejante. También cuenta la
leyenda que el relojero, ya ciego, se vengó destruyendo el mecanismo
que hacía funcionar el reloj. Lo cierto es que la maquinaria ha
fallado en más de una ocasión a lo largo de la historia, y a pesar
de las reparaciones no conseguía funcionar con la perfección
deseada.
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