Otakar II, conocido por
sus incontables virtudes como “el rey de hierro y oro” fue un
ambicioso soberano de Bohemia, fundador de ciudades, patrocinador del
arte y la cultura, tan elocuente y erudito que Dante Aligheri lo
incluyó en su Divina Comedia, que proyectó un imperio centroeuropeo
que abarcaba parte de Chequia, Austria, Eslovenia y Eslovaquia.
Coronado rey cuando su
padre Wenceslao I aún vivía, se lanzó a incrementar sus
posesiones, avanzando sobre territorio enemigo, y tras una victoria
sobre el rey húngaro Bela IV, alcanzó el cénit de su poder. En
esos momentos extendía su dominio sobre las tierras de Bohemia, de
Austria, de Carniola, de Carintia y de Estiria. A pesar de los
esfuerzos y determinación, Otakar no pudo culminar su sueño,
convertirse en el emperador del Sacro Imperio. El candidato Habsburgo
Rodolfo I ganó esta partida.
Rodolfo I no solo le
arrebató el título de Rey de Romanos, sino que además pretendía
convertir Bohemia en feudo del Imperio, a lo que Otakar se opuso
mediante las armas. La batalla final entre ambos monarcas tuvo lugar
en Moravia en 1278. Rodolfo se alzó victorioso y Otakar murió
asesinado.
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