domingo, 9 de junio de 2024

KISVARDA. UNA ACOGEDORA CIUDAD EN LA LLANURA HÚNGARA.

 



En la llanura nororiental, próxima a la frontera con Eslovaquia y con Ucrania, instalada junto a la vía férrea que une Budapest con Kiev, aparece Kisvarda, desde mayo de 2024, mi pueblo adoptivo en Hungría.




El romanticismo de viajar en tren. El tren llegó para revolucionar el mundo. No existe manera mejor de conocer la Gran Llanura húngara que atravesarla en tren. Un país que tiende a la horizontalidad.




Hungría es un país horizontal y verde. Los magiares encontraron aquí los pastos para sus ganados , las llanuras para galopar y los cursos de agua que les recordaba a su patria original, la abandonada. Ave Turul les condujo hasta aquí. El halcón y la avutarda compartían la estepa con el mítico Turul. Las vacas, las ovejas y los caballos formaban parte de la propia familia de los pueblos de las estepas. Las esbeltas garzas , blancas y reales, aprovechan estos terrenos húmedos, para procurarse el sustento. Amplios horizontes, inmenso cielo azul, inabarcables estepas drenadas por las aguas del más poderoso de los ríos, el Danubio. Un río capaz de extender la civilización humana por todas las tierras que riega.





Existe una Hungría fascinante más allá de Budapest.




Dejar atrás los centros turísticos y las aglomeraciones urbanas. Todo transcurre a un ritmo más pausado. Somos espectadores de la vida, la sociedad, el urbanismo y la naturaleza.




Llegamos un domingo por la tarde. Fuimos muy bien acogidos, con entusiasmo y alegría.






Un pedacito del paraíso terrenal. Nuestro hogar durante una semana. Inolvidable.




Matías Corvino, rey de Hungría que introdujo el Renacimiento en el país, es, además, protagonista de innumerables cuentos y leyendas. Un personaje popular más allá de su relevancia histórica.






Szent Laszlo utca una avenida elegante, con bellísimos edificios. Arteria vital de la ciudad.




Városháza, el ayuntamiento de Kisvarda. Luce en su fachada el escudo de armas de Hungría, coronado por la Santa Corona, y el blasón de la ciudad, con un dragón enroscado. De dos mástiles ondean la enseña húngara y la de la UE. El futuro del continente depende, en gran medida, de la fortaleza o debilidad de esa unión. Kisvarda tiene unos 16.800 habitantes y forma parte del condado Szabolcs-Szatmar-Bereg.





La presencia del Dragón en el emblema de Kisvarda está relacionado con la familia Varday, responsables del resurgimiento de la ciudad durante la Baja Edad Media. Varios miembros de esta familia estuvieron integrados en la Orden del Dragón fundada por el emperador Segismundo de Luxemburgo. 




La estatua ecuestre del rey Laszlo preside la plaza más importante de Kisvarda. A finales del siglo XI contuvo en esta región una invasión de pueblos nómadas del este (kunoks).




En un lugar destacado del centro de Kisvarda se ubica la biblioteca - Könyvtar - y un pequeño monumento que conmemora los 1100 años de la llegada del pueblo magiar a estas tierras. Coronado por la mítica Ave Turul.




La calle del castillo.






Kisvardai var, castillo de Kisvarda, razón de ser y topónimo de la ciudad. Kisvarda significa algo así como pequeño castillo. De origen medieval y en franco deterioro, su silueta sigue siendo poderosa e imponente.




¿Far West?. No, Gran Llanura húngara.







Kisvarda FC, un equipo modesto, que las últimas temporadas ha estado codeándose con los históricos del fútbol húngaro, como el Honved, el Ferencvaros o el Videoton.






Los alrededores del castillo, con un parque y un pequeño lago son ideales para practicar deporte al aire libre.





Nos hicimos humanos cuando empezamos a cocinar. Alrededor de la mesa establecemos y consolidamos lazos sociales. Compartir un gulyás nos permite acercarnos, e incluso, integrarnos, en la sociedad y cultura húngaras. Al fin y al cabo, todas las personas, y todas las sociedades, compartimos la misma esencia.



Pogacsa húngara. Una deliciosa galleta de queso.






Kisvardai Bessenyei György Gimnázium és Kollégium, una institución esencial en la vida cultural de Kisvarda. Uno edifico centenario, sus pasillos son un sencillo homenaje a todos los estudiantes que han pasado por estas aulas y han completado aquí su formación académica. Formar a las nuevas generaciones sin olvidar la tradición.




Los Habsburgo en un libro de texto húngaro. Equivalente a nuestro Cuarto de ESO.






La tradición de los museos de Historia Natural en un instituto de secundaria en Kisvárda, Hungría.




¿Quién fue Bessenyi György?. Conocido como el ermitaño de Bihari, Bessenyi György (1747 – 1811) fue soldado y poeta, figura que define la ilustración húngara y pionero en la construcción de la identidad nacional de Hungría. Sus obras, apenas leídas en vida, alcanzaron notoriedad y cumplieron sus función, después de su muerte.




Cuando llegó a Viena, para formar parte de la guardia húngara de la emperatriz María Teresa, experimentó su inferioridad cultural en comparación con los miembros de la corte imperial educada en Francia. Comprendió entonces el atraso a nivel educativo de su país, y que la lengua húngara apenas se hablaba en el ámbito rural. Dedicó su vida al estudio de lenguas, historia, filosofía, literatura e incluso la Biblia. Y puso en marcha su pluma para escribir en húngaro. Su objetivo era promover la nacionalidad húngara entre todas las capas de la sociedad. Existía la necesidad de reformar el idioma húngaro y además adaptarlo a las necesidades literarias y científicas de la época.







Bodi Laszlo “Cipo”, icono de la música pop-rock húngara en la época del cambio de régimen estudió en este centro educativo.








Líder y fundador de la banda Republic, con la que alcanzó éxito en todo el país en un tiempo caracterizado por profundas transformaciones políticas, económicas y sociales. Su prematura muerte ha contribuido a aumentar su halo legendario. Kisvard no lo olvida.




Ótro de los célebres alumnos del  Bessenyei György Gimnázium és Kollégium fue Bertalan Farkas, primer cosmonauta húngaro. 






Y llega un día que, sin saber cómo y sin grandes pretensiones, terminas dando una clase de historia en un instituto de Hungría. Experiencias gratificantes que te regala la vida.










Rántott folyami harcsa hasábburgonyával. La versión húngara del fish & chips.





La belleza de la sencillez cotidiana. Cantina de la estación de tren de Kisvarda.






La pequeña ciudad de Kisvarda está bien comunicada a través del ferrocarril con la cercana Debrecen, segunda ciudad en población del país, y con la capital, Budapest.




La hierba fresca y el olor a tierra mojada de la llanura. Embriagador. Viajar en tren te permite disfrutar, como espectador, del paisaje, tanto el natural, como el humanizado.







Almuerzo húngaro. Una de las primeras lecciones que aprende el viajero es que para probar la gastronomía autóctona es necesario alejarse de las capitales y de los grandes centros de turismo. 




Desde que llegué a Kisvarda siento cierta fijación por este edificio. Fue construido en la década de 1920 por Sándor Kálman se encuentra situado en Szent Lazlo utca, la calle principal de la ciudad.





Fue nacionalizado durante la época socialista y se crearon apartamentos de alquiler a partir de los años 50. También fue desde de la oficina regional de la Asociación de Ahorros y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.




El edificio sigue conservando su atractivo original y en los últimos tiempos parece haber sido utilizado como restaurante y club nocturno. Aunque actualmente se encuentra cerrado.



Hubo un tiempo en que las campanas marcaban el ritmo vital de pueblos y ciudades.




La iglesia reformada y la iglesia católica romana se miran cara a cara. 








Es el silencio generalizado y el ritmo pausado de la realidad cotidiana lo que me ha cautivado de Kisvarda. Además de algunos edificios de obra más que interesante.  A las ocho de la tarde sus calles recuerdan a las de un pueblo fantasma. Paz y tranquilidad. 




Llana y de calles amplias y rectas, que se dirigen al encuentro con el horizonte. Como la Mancha, pero a lo húngaro.





Ropogós kacsacomb szilvás káposztapüté, pretezselme mogyoróburgonyával.




Pálinka, bebida alcohólica tradicional de Hungría. 




Un país no lo define su historia, ni su arquitectura. Un país no es su capital, ni sus instituciones. Un país es sus pueblos y sus gentes. Y aquí en Kisvarda nos hemos encontrado con la hospitalidad y familiariadad de sus vecinos.





Siempre queda un pedacito de nosotros en cada lugar que visitamos. Siempre nos llevamos con nosotros un pedacito de ese lugar. (Última semana de Mayo de 2024).

4 comentarios:

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