Maravilla del gótico, blanco, inmaculado. En 1504 Margarita de Austria, nuera viuda de los Reyes Católicos, con 24 añitos perdía a su segundo marido Filberto de Saboya, y decidió honrar su memoria, construyendo este monasterio a la gloria del amor.
El primer claustro, rodeado por una
sencilla galería ojival, antecede a la iglesia.
El templo está emplazado en Bourg en
Bress, instalado sobre una necrópolis galo-romana, y más tarde
burgundios. Concebido como un acto de amor póstumo, Margarita de
Austria, la hija de Maximiliano I y María de Borgoña, emprendió la
construcción del monasterio a la muerte de su segundo esposo,
Filberto de Saboya. El monasterio presenta una composión única en
Francia, a partir de tres claustros superpuestos.
Maestros y artesanos de una decena de
oficios eran necesarios para levantar un edificio de estas
características.
"Madera para los andamios, cimbras, artesas y ruedas, cáñamo para las cuerdas, piedra para los sillares y las esculturas, cal y agua para el mortero, hierro para las herramientas de trabajo, y plomo, arena y óxidos metálicos para el vidrio fueron los materiales utilizados por los constructores de catedrales. Todos ellos se encuentran con cierta abundancia en la naturaleza, pero todos han de ser manipulados y elaborados para poder utilizarse en la construcción. Los maestros góticos fueron capaces de hacer de esos materiales tan simples y humildes los elementos constitutivos de una de las obras de arte más impactantes de la historia de la humanidad".
"Madera para los andamios, cimbras, artesas y ruedas, cáñamo para las cuerdas, piedra para los sillares y las esculturas, cal y agua para el mortero, hierro para las herramientas de trabajo, y plomo, arena y óxidos metálicos para el vidrio fueron los materiales utilizados por los constructores de catedrales. Todos ellos se encuentran con cierta abundancia en la naturaleza, pero todos han de ser manipulados y elaborados para poder utilizarse en la construcción. Los maestros góticos fueron capaces de hacer de esos materiales tan simples y humildes los elementos constitutivos de una de las obras de arte más impactantes de la historia de la humanidad".
José Luis Corral,
El enigma de las Catedrales
Como regente de los Países Bajos,
Margarita siguió con interés, desde su corte de Malinas, las obras
del monasterio.
El complejo monástico estaba
destinado a albergar tres tumbas, la de Filberto, la de su madre y la
de Margarita. La flamante infanta de Borgoña murió antes de ver
culminada su obra. Los sepulcros se labraron con exquisitez de
detalles en el valioso mármol de Carrara.
Los monjes deambulaban alrededor del
gran claustro.
El ambón, cierre que separa el coro
de la nave, revestido por una cubierta vegetal pétrea, anuncia el
esplendor de la capilla funeraria.
La tumba de Filberto de Saboya ocupa
el espacio central de la iglesia.
Detalles de la tumba de Filberto.
La iglesia, considerada obra maestra
del gótico flamígero flamenco (a mí personalmente me recuerda al
manuelino portugués) fue levantada por Loys van Boghem, maestro de
obras bruselense, elegido para este cometido personalmente por
Margarita.
Las tumbas, esculpidas en un taller de
Brabante, perpetúan tras la muerte, el poder que ostentaron en vida
los miembros de los grandes linajes. El Monasterio Real de Brou sigue
la tradición iniciada por los Plantagenet en Fontevraud, continuada
por los monarcas franceses en Saint Denis y culminada por los Duques
de Borgoña en Dijon. Y más cercano a la propia Margarita, el
espectacular cenotafio de su padre en Innsbruck.
Las coloridas vidrieras fueron
realizadas a partir de cartones, elaborados en Bruselas y representan
a los jóvenes esposos.
Filberto de Saboya “el Hermoso” es
presentado por San Filberto de Tournus. Debajo los blasones de la
Casa de Saboya y de la Dinastía de Borbón.
Sepulcro de Margarita de Borbón, la
madre de Filberto. Las estatuas pleurants (sollozantes) evocan a los
cercanos sepulcros de los duques de Borgoña en Dijon.
Monumento funerario de Margarita de
Austria, con un espectacular baldaquino de piedra lleno de
estatuillas, imita el cortejo y los fastuosos funerales principescos.
Las tumbas presentan dos figuras de los finados, la inferior representa a las persona – la mujer – y la superior a la realeza – la duquesa.
El blanco del mármol y la luz se
derraman a través de las vidrieras exhibe la faz más pura (y
auténtica) del estilo arquitectónico de la ciudad y la burguesía;
el gótico. Por otro lado, el más sublime y sugerente de todos los
estilos arquitectónicos existentes.
La capilla se revela como el espacio
definitivo, la blanca piedra simboliza la nobleza del difunto, bañada
por la luz divina y redentora del Sumo Creador.
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