Un
león rampante sobre un escudo es el símbolo más repetido de la
nobleza y la realeza en Europa. El león es el animal heráldico por
excelencia, adalid del espíritu guerrero y representa la bravura, el
dominio, la soberanía, la justicia, la magnanimidad y la majestad.
Un león negro sobre campo de oro aparece en el escudo de los Condes de Flandes. Como todos estos blasones medievales una leyenda narra su
origen, en este caso concreto, vinculado con el conde de Flandes,
Felipe de Alsacia.
Para
ganar fama y fortuna, y tal vez la eternidad, como muchos otros
caballeros europeos de la época, Felipe de Alsacia, flamante conde
de Flandes, partió a Tierra Santa, a batirse el cobre con los
infieles musulmanes. En las dos ocasiones que participó en las
cruzadas, Felipe no pudo protagonizar acto heroico alguno que
mereciera figurar en los libros de historia. Pero las leyendas son
otraa cosa, a menudo ideadas para engrandecer la personalidad de
ciertos grandes hombres.
Cuentan
que tras fracasar en el toma del Castillo de Harem, Felipe regresaba
derrotado con un reducido grupo de compañeros, cuando se topó con
un numeroso ejército de sarracenos dirigidos por Nobilion rey de la
Albania caucásica. La pequeña hueste flamenca parecía destinada a
perecer ese día ¿o no?.
Los
caballeros cristianos descargaban una y otra vez contra las
invulnerables armaduras sarracenas, que no cedían al voluntarioso
empuje europeo. Las lanzas quebraban contras los escuros y los
arqueros agotaban flechas sin ningún resultado positivo. La batalla
se prolongó durante horas, los cristianos derrochaban sangre y
valor, y el ejército musulmán no parababa de aumentar. En lo más
enconado de la batalla, a base de pundonor y mandobles, consiguió el
conde abrirse camino hasta enfrentar al caudillo enemigo. Le desafía
a combate singular, y guiado sabe Dios por que fuerza, le derriba del
caballo, arrebata la adarga y le da muerte hundiéndole la espada en
medio del pecho.
Los
infieles al ver a su jefe caído se hinchan de terror y empujan una
atropellada huida. Entonces un Felipe triunfante se dirige a sus
compañeros y les muestra su adarga ensangrentada en la que figura un
león sobre campo de oro, y extasiado exclamó: ¡ De hoy en adelante
este será el escudo de Flandes!.
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