El 15 de febrero de 1991,
un año clave para Europa, se reunieron en Visegrad, una fortaleza
medieval húngara, situada en un recodo del Danubio, Vaclav Havel
último presidente de Checoslovaquia unida, Lech Walesa, presidente
polaco y Jozsef Antall, primer ministro de Hungría, con el objetivo
de establecer unas líneas de cooperación que facilitasen la plena
integración en Europa tras la caída de la Unión Soviética y la
desaparición del Bloque Comunista. Havel, Walesa y Antall repitieron
lo que siglos antes ya había hecho Juan de Luxemburgo, Carlos
Roberto y Casimiro III.
Carlos Roberto de Anjou,
rey de Hungría, destacó más por sus dotes diplomáticas que
militares, y en el año 1335, organizó una reunión a tres bandas en
el Castillo de Visegrad, por otro lado, uno de los rincones más
bonitos de toda Europa. Por medio de su esposa polaca, Isabel
Lokietek hermana de Casimiro III, entabló fluidas relaciones amistosas con el Reino de
Polonia, gracias a las cuales consiguió reconciliar a los reyes
polaco y bohemio, a los que citó en la citada fortaleza húngara.
En esa reunión surgió
un pacto defensivo contra un poderoso enemigo común, el Sacro
Imperio Romano Germánico, firmado por Carlos Roberto I de Hungría,
Juan de Luxemburgo, rey de Bohemia y Casimiro III el rey de Polonia.
Además, acordaron establecer una nueva ruta comercial, evitando
aquella que pasaba por Viena, ya que tenía el derecho de retener las
mercancías frenando el desarrollo del comercio exterior de los tres
reinos. Al poco tiempo se dinamizaron los movimientos comerciales a
través de Cracovia, Brno, Lemborg, Esztergom y Buda.
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