En
la región natural de la Camarga, a orillas del Ródano, Arlés,
engrandecida por Roma, patrocinada por el Divino César, su
impresionante anfiteatro, conocido como Arena de Arlés, sigue
sirviendo como escenario de sangrientos espectáculos. Veintiún
siglos después, la impronta romana es la que recie el visitante, una
monumentalidad imperial que a veces oculta un precioso trazado
medieval.
Una
de las primeras ciudades fundada por los romanos en el sur de la
Galia, que primeramente había sido la griega Theline y más tarde la
celta Arelate, y que el poeta Ausonio definió como "la pequeña
Roma de los galos". Conquistada en el 123 a.C., pronto los
ingenieros latinos construyeron un canal para unirla al mar
Mediterráneo con el objetivo de competir con el gran puerto
mediterráneo del momento; Marsella.
Precisamente
durante la casi fratricida guerra entre César y Pompeyo, Arlés
apoyó a Julio, y su rival Marsella, al Grande. Tras su victoria,
César arrebató posesiones a la antigua colonia griega para cederlas
a la ciudad que la ofreció ayuda. Su nombre completo era Colonia
Iulia Paterna Arelatensium Sextanorum, esto es, Colonia Julia de
Arlés de los Soldados de la Sexta Legión, y es que se convirtió en
una colonia para el asentamiento de los veteranos de la Legión VI
Ferrata.
Con
el tiempo se convirtió en una de las ciudades más destacadas de la
Narbonense y recuerdo de ese esplendor son el anfiteatro, conocido
como las Arenas, el teatro o las termas. La cercanía al mar y la
utilidad de su puerto fueron la clave del desarrollo que experimentó
la colonia romana. Arlés contaba con un puente construido con
barcos, torres y puentes levadizos, que era el más meridional de
todos los puentes que vadeaban el Ródano.
"
[...] mientras que de la parte del Ródano, Arelate es una ciudad y
puerto comercial importante".
Estrabón
IV, 1, 6.
A
finales de la Edad Antigua (siglos IV y V) fue utilizada como cuartel
militar para las tropas de los emperadores en campaña y en tiempos
de Flavio Honorio (emperador) fue sede de la prefectura de las Galias
que también incluía a Hispania. Durante el reinado de Constantino,
se convirtió en una de las residencias favoritas del emperador.
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