Hombres y mujeres desde la Prehistoria, infancia misma de la
Humanidad, sintieron especial devoción por determinados cursos de
aguas, como el gran Danubio o el Ljublianica, a los que arrojaban
armas, joyas u otros objetos, en señal de ofrenda y sacrificio. Esta
costumbre está especialmente documentada entre los tracios y otros
pueblos que estaban asentados en las tierras bañadas por el Danubio.
En el año 1923 fue encontrado en la ría de Huelva un conjunto
formado por unas cuatrocientas piezas, en su mayoría armas (espadas,
lanzas y puñales), aunque también fíbulas y broches,
correspondientes al Bronce Final.
Esta valioso conjunto se relaciona con un lugar ceremonial, donde
estos objetos eran ofrendados a las aguas, con la particularidad de
que este es uno de los mayores depósitos acuáticos localizados en
Europa Occidental.
Estas ceremonia, cuyo clímax debía coincidir con el momento en que
las armas eran arrojadas al fondo de la ría, se han interpretado
como ofrendas a la divinidad, que tendría su morada bajo las aguas,
o las mimas serían su elemento representativo, o bien como un rito
de paso en ocasión de la muerte de su poseedor. En este último caso ¿podemos suponer que también se arrojaban al agua las cenizas del difunto?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario