Catalina de Foix, nieta
de Blanca de Navarra y su esposo Juan de Albrech, fueron los últimos
reyes navarros que opusieron cierta resistencia a la incorporación
de Navarra a la nueva monarquía dual formada por Isabel y Fernando.
Su madre, Magdalena de
Francia, la casó con el apuesto Juan de Albrech, con el beneplácito
del rey de Francia, Luis XI, toda una declaración de intenciones
frente a las apetencias castellanas. La opinión pública, los
magnates, nobles y burgueses navarros, quedaron polarizados, entre
los partidarios del acercamiento a Francia y los defensores de la
unión con Castilla.
Enfrentado a Francia en
todos los ámbitos del Mediterráneo, Fernando el Católico, decidió
la anexión militar del reino Navarro, y en 1512, don Fadrique, el
Duque de Alba, comenzó la invasión. La conquista se fue realizando
sin encontrar una gran resistencia, y con la ayuda de algunos grupos
navarros, y en el 1513 el marqués de Gomares juraba en Pamplona,
observar los fueros navarros como virrey.
No obstante, Catalina y
Juan no se dieron por vencidos, e intentaron en varis ocasiones
recuperar su reino, pero siempre fueron rechazados por la
superioridad militar del Duque de Alba. Finalmente en 1515, Fernando
el Católico, perdidas las esperanzas de engendrar un heredero con
Germana de Foix, decide la incorporación definitiva de Navarra.
En 1518 muere Catalina y
le hereda su hijo Enrique II, aunque solo tenía dominio al norte de
los Pirineos.
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