Sólo
Zeus, el Padre del Cielo, podía manejar el rayo y con la amenaza de
su fulguración fatal dominaba a su familia pendenciera y rebelde del
monte Olimpo. También ordenaba los cuerpos celestes, dictaba leyes,
hacía cumplir los juramentos y pronunciaba oráculos. Cuando su
madre Rea, previendo la perturbación que iba a causar su lujuria, le
prohibió que se casara, el ,e amenazó airadamente con violarla.
Aunque ella se convirtió inmediatamente en una serpiente
amenazadora, eso no atemorizó a Zeus, quien se convirtió en una
serpiente macho, se enroscó alrededor de Rea formando un lazo
indisoluble y cumplió su amenaza. Fue entonces cuando inició su
larga serie de aventuras amorosas. Engendró a las Estaciones y a las
Tres Parcas en Temis, a las Carites en Eurínome; a las tres Musas en
Mnemósine, con quien estuvo acostado durante nueve noches; y, según
dicen algunos, a Perséfone, la Reina del mundo subterráneo, con
quien se casó forzosamente su hermano Hades, en la ninfa Éstige.
Por lo tanto, no carecía de poder ni sobre la tierra ni debajo de
ella, y su esposa Hera sólo le igualaba en una cosa: en que todavía
podía otorgar el don de la profecía a cualquier hombre o animal que
desease.
Zeus
y Hera altercaban constantemente. Ofendida por sus infidelidades,
Hera humillaba a Zeus frecuentemente con sus intrigas. Aunque él le
comunicaba sus secretos y a veces aceptaba sus consejos, nunca
confiaba plenamente en Hera y ésta sabía que si le ofendía más
allá de cierto punto él la azotaría y hasta descargaría un rayo
sobre ella. Por lo tanto recurría a intrigas despiadadas, como en el
caso, del nacimiento de Heracles, y a veces tomaba prestado el
ceñidor de Afrodita para excitar su pasión y debilitar así su
voluntad. Él afirmaba ahora ser el primogénito de Crono.
Llegó
un tiempo en que el orgullo y el mal genio de Zeus se hicieron tan
intolerables que Hera, Posidón, Apolo y todos los demás olímpicos,
con excepción de Hestia, lo rodearon de pronto cuando dormía en su
lecho y lo ataron con correas de cuero crudo, enlazadas en cien
nudos, de modo que no pudiera moverse. Él les amenazó con matarlos
al instante, pero ellos habían puesto el rayo fuera de su alcance y
se rieron de él de modo insultante. Mientras los dioses celebraban
su victoria y discutían celosamente quién iba a ser su sucesor, la
Nereída Tetis, previendo uña guerra civil en el Olimpo, corrió en
busca del gigante de cien manos Briareo, quien rápidamente desató
las correas empleando todas sus manos al mismo tiempo, y liberó a su
señor. Ya que Hera había encabezado la conspiración contra él,
Zeus la colgó del firmamento con un brazalete de oro en cada muñeca
y un yunque atado a cada tobillo. Las demás deidades estaban
indignadísimas, pero no se atrevieron a liberarla a pesar de sus
gritos lastimeros. Al final Zeus se decidió a ponerla en libertad si
ellos juraban que no volverían a rebelarse contra él, cosa que
hicieron todos ellos por turno y a regañadientes. Zeus, castigó a
Posidón y Apolo enviándolos como siervos al rey Laomedonte, para
quien construyeron la ciudad de Troya, pero perdonó a los demás
por, haber actuado bajo coacción.
Robert Graves. Los Mitos Griegos.
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