En un centro histórico
declarado Patrimonio de la Humanidad son muchos los edificios que
merecen una atención especial. En este paseo por el Cáceres
histórico vamos a detenernos en el edificio religioso más
importante, la Concatedral de Santa María.
Se trata de un templo
que hunde sus raíces en el Medievo. Se piensa que la construcción
se inicia en el siglo XIII sobre una antigua ermita. De todas formas
la mayor parte de obras y ampliaciones, que van del románico al
plateresco, se desarrollan durante las centurias siguientes siglos
XIV, XV y XVI, siempre manteniendo el aspecto de fortaleza. La mayoría de los elementos que conforman la
concatedral son de un estilo gótico elegante y sobrio. Sin embargo
la estructura es irregular, un estilo románico de transición al
gótico.
El retablo que adorna el
altar mayor, realizado en madera de cedro y estilo
protorrenacentista. Esta pieza de gran valor fue labrada por Roque de
Balduque y Guillén Ferrant.
A la siniestra de la
portada principal del templo se eleva la torre cuadrangular que sirve
de soporte al campanario. Consta de tres cuerpos separados por
molduras. En el segundo de los cuerpos, inserto en un medallón, un
jarrón de azucenas simboliza a la Virgen. A los pies de la torre
se encuentra la escultura de San Pedro de Alcántara.
Santiago Apostol.
San Lorenzo.
San Ramón Nonato.
Capilla de San Miguel.
Personalmente, la pieza
que más me impresionó, es un cristo negro, sumum de la escultura
gótica. El cristo negro, obra anónima (siglos XIV – XV) goza de
gran devoció entre la población cacereña y procesiona la noche del
miércoles al jueves santo. Preside la capilla de los
Mogollón-Blazquez-Mayoralgo.
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