La
catedral de Badajoz, consagrada a San Juan Bautista, es una de las
primeras iglesisa góticas edificadas en tierras extremeñas. Alfonso
IX conquistó la ciudad y en 1230 fue nombrado obispo fray Pedro
Pérez, que enseguida se puso manos a la obra para reorganizar la
diócesis y levantar una catedral.
El
rey Alfonso X el Sabio contribuyó a la magna obra, aportando
abundantes donaciones. Su construcción se proyectó sobre una
antigua ermita mozárabe, situada en una llanura al suroeste del
núcleo urbano, ya que por sus dimensiones no cabía en el tinterior
del recinto amurallado que rodeaba a la ciudad. En consecuencia, la
de Badajoz, es una de las pocas catedrales situadas en la parte baja
de la ciudad.
A
mediados del siglo XIII ya estaba casi terminadad, siendo consagrada
en 1276, momento en que ya comenzaron a celebrarse los oficios en su
nave central. El exterior presenta el innegable aspecto de fortaleza,
asimilada al carácter defensivo que siempre poseyó la capital
pacense, debido a su posición de frontera. Sus muros aparecen
remantados por almenas y cuenta con una torre campanario de tres
cuerpos y más de cuarenta metros de altura.
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