En
la dehesa extremeña, un pueblo de casas blancas se extiende
alrededor de un cerro coronado por un castillo de larga historia, su
nombre, Alconchel, a medio camino entre Jerez de los Caballeros y
Olivenza, y próximo a tierras portuguesas.
El
blanco e inmaculado caserío de Alconchel se asienta en la ladera del
cerro, llamado de Miraflores, que preside la fortaleza. Muchas de sus
calles acusan, precisamente, la fuerte pendiente del terreno sobre el
que están trazadas.
Sobre
la pequeña localidad se eleva la impresionante fortaleza, que fue
donada por el rey Fernando III a la Orden del Temple.
Alconchel
es un pueblo fronterizo que ha formado parte de Al Andalus, del Reino
de Portugal, del Reino de Castilla y León y como no, de España.
Como Villa Señorial perteneció también al maestre de la Orden de
Alcántara, Gutiérrez de Sotomayor y a la familia de los Zúñiga.
La
fuente, la torre del reloj y el castillo dibujan la más bella
estampa de este pueblo.
Aves
de rapiña sobrevuelan el castillo, vigilante perpetuo de la frontera
entre hispanos y lusos, una plaza que tuvo a los famosos templarios
entre sus moradores.
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