Un
galimatías simbólico de difícil interpretación y casi milagrosa
comprensión, y un misterio histórico más que el Sanedrín de
Catedráticos y doctores se niega a aceptar (e investigar). En
algunas ocasiones hemos referido en esta bitácora la extraña
relación que se ha ido tejiendo, con hilos de diferente procedencia,
entre la Orden del Temple, el Camino de Santiago y el Juego de la
Oca. Casualidad o no, los tres elementos se entrelazan en la Iglesia
del Crucifijo - anterior Iglesia de Nuestra Señora del Huerto - en
Puente la Reina.
Pero
aún hay otra cosa más. La primitiva titular del templo, Señora del
Huerto, es otra cristianización tardía de la Gran Madre, a la que
tanta pasión dedicó, entre otras, Marija Gimbutas. Esta
intitulación nos hace suponer la existencia de un santuario pagano
precristiano. Y yendo más allá, la permanencia de una Ruta de
Peregrinación desde tiempos remotos. Además, de todos es conocida,
la devoción mariana que siempre profesaron los caballeros
templarios.
La
Iglesia y Convento del Crucifijo se emplaza en el antiguo poblado, o
barrio de Murubarrea, o Villa Vieja, el lugar donde arranca la
localidad de Puente la Reina. El templo primigenio (el cristiano, se
entiende) fue construido entre los siglos XII y XIII, y consagrado
bajo la advocación de Santa María de las Huertas. El rey de
Pamplona, García Ramírez "el Restaurador" la cedió al
temple para que cumpliese la sagrada misión de proteger y asistir a
los peregrinos, convirtiendo Puente la Reina, en la más importante
encomienda de la orden en tierras del Reino de Navarra.
La
Iglesia, en cuyo interior podemos contemplar un singular Cristo
Crucificado, permanece unida al convento que está situado al otro
lado de la calle por medio de un arco abovedado. Fue hospital de
peregrinos en la Edad Media, administrado por la Orden de San Juan de
Jerusalén desde el siglo XV. Los caballeros sanjuanistas cambiaron
el nombre de la iglesia por el de Iglesia del Crucifijo.
Definitivamente el poder del cielo usurpó el dominio al de la
Tierra, lo masculino se impuso a lo femenino. Una leyenda cuenta que
el Cristo llegó a la localidad traído por un grupo de peregrinos
germanos.
Para
mí, curioso y desconfiado en iguales proporciones, resulta imposible
creer a pies juntillas todo lo que se dice del temple y sus supremos
conocimientos escondidos (en clave de enigmas) a lo largo de todo el
Camino de Santiago, para que unos concienzudos iniciados pueden
descifrar y alcanzar un estado mental similar al éxtasis. Pero
claro, tanto andar por inhóspitos caminos, conducir por maltrechas
carreteras azotadas por el mal tiempo, leer tantas y tantas noticias
sobre el temple, y finalmete traspasar el umbral de la iglesia,
penetrar en su natural oscuridad y toparnos con un curioso Cristo que
aparece crucificado en ¿una pata de oca?. O la imaginación se ha
apoderado de todo mi ser, o yo, en este asunto, no se realmente que
creer. Juzgue cada cual por sí mismo.
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