Los atarantes eran un pueblo que durante la Antigüedad habitaban las calurosas regiones de Libia, el Norte de África para los autores clásicos, situados al occidente de los garamantes. A pesar de vivir bajo el Sol abrasador, o más posiblemente por este motivo, los atarantes maldecían con frecuencia al astro rey, en la creencia que su poderosa luz hacía visibles todos los males (testimonio de Nicolás de Damasco).
Pero no es esta la única costumbre curiosa de este pueblo, pues de todos los hombres del mundo, son los únicos que carecen de nombre. Suponemos que para ellos el individuo importaba muy poco, y que lo realmente decisivo era la comunidad en su conjunto.
"[...] a cuyo alrededor viven los hombres llamados atarantes. Ellos son, de todo el mundo, los únicos hombres que conocemos que no tienen nombre. Pues en su conjunto se llaman los atarantes, pero ninguno de ellos tiene personalmente nombre. Maldicen al sol cuando los quema en excesos, y además lo injurian con toda suerte de improperios, porque con sus ardores les echan a perder las tierras y los arruina a ellos mismos".
Heródoto IV, 184.
No hay comentarios:
Publicar un comentario