Ambicioso señor feudal del siglo XII con muy pocos escrúpulos (y como tantos y tantos hombres obsesionado con el dinero). Como ocurre en la actualidad, parte destacada de los impuestos, que pagan los esforzados y obedientes ciudadanos, van a parar a los bolsillos de alguien. Un particular con nombre y apellidos. En el Medievo pasaba igual, los peajes servían más para enriquecer a los señores que para reparar puentes y caminos. Landri el Grueso reconoció haber detenido a los mercaderes que pasaban por sus tierras para apoderarse de sus mercancías. Gracias a la intervención del obispo de Langres y del abad de Cluny, Landri accedió a devolver parte de los sisado. Entonces Landri decidió gravar con un fuerte impuesto, llamado peaje, a comerciantes y peregrinos que cruzaban sus tierras.
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