Toda religión se sustenta en personas extraordinarias, ya se los llame santos, héroes o profetas. En general son iluminados, tocados por la divinidad. El Cristianismo es una de las religiones que más éxito ha tenido en los últimos dos milenios y sus santos se cuentan por miles. Tras la crucifixión del mesías cristiano, un hombre llamado Jesús de Nazaret, sus discípulos se multiplicaron rápidamente y comenzaron una misión evangelizadora. Uno de esos hombres, llamado Torcuato llegó a tierras béticas y evangelizó una población que en aquellos tiempos se llamaba Acci y hoy conocemos como Guadix.
Torcuato, además, se convirtió en el primer obispo de la Diócesis Accigitana. Según la tradición, Torcuato es uno de los Siete Varones Apostólicos, siete clérigos cristianos ordenados en Roma, cuya misión era evangelizar Hispania. Más tarde la leyenda de estos Varones Apostólicos se fusionó con la figura de Santiago Apóstol, pasando a formar parte de la tradición xacobea. Una pintura anónima representa a Torcuato bautizando a Santa Luparia, la primera persona convertida al cristianismo en Guadix. Aquí la imaginación se dispara y vuela al cuadrante noroccidental de la Península Ibérica, a Galicia, y al Castro Lupario. ¿Qué extraña conexión se establece entre Guadix e Iria Flavia, entre la bautizada Luparia y la Reina Lupa?.
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