Robespierre, con el apoyo de una
masa de sans-culottes exaltados, llevó a cabo una campaña
para intentar desarraigar el cristianismo entre las masas más
populares. Entre las medidas que se tomaron está el prohibir el
culto católico y confiscar los bienes de la iglesia. También se
enviaron grupos a los pueblos y las zonas rurales para propagar un
nuevo culto basado en la diosa Razón, a la que se consagró en Paris
el templo de Notre Dame.
Desde diciembre de 1793
Robespierre se opuso a toda persecución religiosa, temiendo que
introdujera nuevas divisiones entre el pueblo revolucionario. En mayo
de 1794 propuso una alternativa al ateísmo; el Culto al Ser Supremo.
El decreto decía: El pueblo francés reconoce la existencia del
Ser Supremo y de la inmortaldidad del alma . . . El primer y
último acto público de la nueva religión cívica fue una gran
ceremonia celebrada en el Campo de Marte, presidida por Robespierre.
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