Como le suele suceder a la mayoría
de los Imperios, una serie de factores internos, motivaron tiempos de
crisis y la disolución del Imperio Antiguo, la primera gran época
de esplendor del Egipto de los faraones. Al tiempo que el poder de
los soberanos disminuía, los sacerdotes de Heliópolis, servidores
del dios solar Ra, tomaron el relevo, y llenaron templos y monumentos
funerarios de los faraones con manifestaciones solares. Como la
nobleza medieval, las acciones de sacerdotes y nomarcas,
contribuyeron a menoscabar la autoridad del faraón.
Fue al final de la dinastía V,
cuando se inicia el empuje tanto de los sacerdotes heliopolitanos,
como de los nomarcas, los gobernadores de las diferentes provincias.
Este ascenso fue ensombreciendo la figura del faraón. A medida que
el poder del faraón se iba ensombreciendo, las potestades que él
había concedido a nomarcas y sacerdotes, se hacían hereditarias.
Este proceso originó auténticas dinastías que se especializaron en
el control del poder. La importancia de estos personajes podemos
apreciarla en las suntuosas tumbas ubicadas en la necrópolis de
Saqqara, como la de Ti.
A partir de la dinastía IV
podemos constatar que el culto al dios Ra experimentó un gran
impulso. Esto se puede ver en la pirámide de Dyoser, una verdadera
escalera al cielo, y en las situadas en la Meseta de Gizeh, donde sus
caras lisas son expresión de los rayos solares. En Heliópolis, un
centro donde el culto al Sol fue más significativo, los sacerdotes
encargados de sus templos fueron adquiriendo más y más
prerrogativas, y acumulando más y más cargos. El templo tenía
tenía caracteristicas propias, ya que la adoración del disco solar
necesitaba de un espacio abierto donde entrar en contacto directo con
los rayos que proyectaba el Astro Rey sobre los hombres.
La teología heliopolitana, cuyo
creador del mundo era Atum, relacionó el benben con el
montículo sagrado donde se posó el Ave Fénix, símbolo del Sol, al
inicio de los tiempos. El benben era el centro del culto al
dios Re, simbolizado con una columna rematada con un piramidón (de
aquí se evolucionó al obelisco, rayo de Sol petrificado). De esta
época es también la aparición del título del protocolo faraónico
de Hijo de Re, que perduraría hasta el final del Egipto faraónico.
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