En
los años convulsos del siglo XIV, un monarca eficaz y resolutivo se
sentó en el trono de Polonia, Casimiro III el Grande (Kazimierz
Wieliki). Su persona aúna tres facetas; el diplomático, el guerrero
y el mecenas. Estamos ante uno de los monarcas medievales polacos más
destacados. “La monarquía Piast, reconstituida en el siglo XIV,
llegó a su apogeo político y cultural con Casimiro III, a partir de
1333”. (Perry Anderson. El Estado Absolutista).
Casimiro
recibió la corona de su padre, Ladislao I Lokietek, que trabajó
denodadamente durante treinta años para convertirse en monarca. En
1320 fue coronado. A la muerte del padre la sucedió el hijo que no
dudó en continuar la obra del progenitor. El reinado de Casimiro III
(1333 – 1370) es uno de los más largos en toda la historia de
Polonia.
Sus
primeros éxitos los obtuvos en el campo de la diplomacia, poniendo
fin al conflicto con la monarquía bohemia (Juan I de Luxemburgo
renunció a sus derechos por el trono polaco) y de paso estrechar
lazos con la húngara en la famosa reunión a tres bandas de
Visegrad. Además firmó una tregua (nunca una paz perpetua) con la
Orden Teutónica en 1343 lo que le permitió recuperar la región de
Cuyavia (Kujaway).
Como
hombre de su tiempo, dedicó parte de su reinado a la guerra,
extendiendo su territorio hacia el sureste aprovechando la
desintegración de Kiev, y ampliando los territorios con el
sometimiento de Mazovia, Podolia y uniendo a la corona el reino de
Galitzia-Volinia.
Buen
estadista, promovió el desarrollo de todo el potencial económico de
Polonia, reorganizó el ejército y codificó las leyes. Se ampliaron
los derechos de los judios que llegaban a tierras polacas desde el
siglo IX. Su obra política permitió consolidar la posición de
Polonia en Europa.
Casimiro
fue un hombre instruido y culto, patrocinó las artes, el estudio y
sentó las bases del futuro florecimiento cultural durante el
Renacimiento. En ese sentido fundó la Universidad de Cracovia en
1364. Durante su reinado se desarrolló el estilo gótico con la
construcción en ladrillo de ciudades, castillos e iglesias,
destacando las Catedrales de Cracovia y Gniezno. Se dice que Casimiro
heredó una Polonia de madera y legó una Polonia de piedra.
Aunque
se casó cuatro veces (Aldona de Lituania, Adelaida de Hesse,
Christina Rokiczana y Hedwig of Sagan) no tuvo ningún hijo varón.
Su única descendencia fue una chica: Isabel de Polonia. Al carecer
de heredero, y en base a un acuerdo anterior, su sobrino Luis de
Anjou, rey de Hungría, se convirtió en rey de Polonia. Con su
muerte desapareció para siempre la dinastía Piast, aquella que en
los años oscuros puso las bases del Reino de Polonia.
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