Levantada sobre el mar y
destinada a dominar su entorno, la ciudad de Kalmar encierra en el
interior de sus seculares y poderosas murallas un pedacito de la
historia del Reino de Suecia.
En la costa sueca bañada
por el mar Báltico se levanta Kalmar, una ciudad medieval que tiene
en un precioso castillo renacentista se edificio más simbólico y
conocido.
El castillo, en un
pequeño islote en medio de las frías aguas bálticas, protege la
ciudad y vigila el litoral.
En lengua sueca el casco
antiguo – o histórico – de la ciudad es Gamla Stan. El de Kalmar
es bastante recogido y se encuentra muy cerca del puerto.
Kalmar ofrece al
visitante mar, jardines, historia, cultura y buena comida sueca.
En esta ciudad se firmó
el 17 de junio del año 1397 la Unión Kalmar, una efímera y
fracasada especie de confederación que pretendía crear un poderoso
estado escandinavo fusionando Noruega, Suecia y Dinamarca.
La reina Margarita I de
Dinamarca, enterrada en la majestuosa catedral de Roskilde, fue la
gran impulsora de esta frágil unión. Los viejos tiempos vikingos de
escaldos e hidromiel habían quedado olvidados y sepultados bajo las
arenas de la modernidad y el olvido.
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