El
Camino de Santiago ha sido imaginado y contextualizado desde
diferentes puntos de vista (históricos y esotéricos) como un camino
iniciático, una camino hacia el autoconocimiento, y como tal,
también relacionado con la alquimia. Nicolás Flamel, acaso el más
afamado alquimista medieval, concibe en su obra "El libro de las
Figuras Jeroglíficas" el Camino de Santiago, como el recorrido
(real o metafórico) que le llevó a lograr su meta personal; la
Piedra Filosofal, para a través de ella convertir cualquier metal en
oro y alcanzar la inmortalidad. En cierta manera, podemos concebir el Camino de Santiago, como un proceso alquímico en el cual, el objeto transformado es el propio peregrino (en cuerpo y alma).
Aunque
yo, NICOLAS FLAMEL, escribano y vecino de París, en este año de
1399, y residiendo en mi casa de la rue des Ecrivains, cerca de la
capilla de St. Jacques de la Boucherie. Aunque ―digo― no haya
aprendido más que un poco de latín, debido a los escasos medios de
mis padres, que eran estimados, incluso de mis envidiosos, como
gente de bien: sin embargo, por la gracia de Dios y la intercesión
de los bienaventurados santos y santas del paraíso, y sobre todo de
monseñor Santiago de Galicia, he podido llegar a los libros de los
Filósofos y aprender sus ocultos secretos.
El
Libro de las Figuras Jeroglíficas.
Nicolás
Flamel es uno de esos personajes en que lo legendario ha ido
devorando al hombre, hasta llegar a un punto donde no se puede saber
donde empieza éste y donde termina aquel. Flamel, el hombre, fue
hombra instruido de su época, rabino, escribano y librero parisino
del siglo XIV. El Flamel legendario fue un amafado alquimista
medieval capaz de ejecutar la Magna Obra de la Alquimia, elaborar la
piedra filosofal, y a través de ella transmutar cualquier metal en
oro y lograr la inmortalidad. Durante la Guerra de los Cien Años,
mientras trabajaba de librero en París llegó a sus manos un viejo
grimorio alquímico y empleó más de veinte años en descifrarlo.
Siempre
empezaba de nuevo; y cuando estaba a punto de perder la esperanza de
entender estas figuras, hice una promesa a Dios y a Santiago de
Galicia para impetrar la interpretación de éstas a algún
sacerdote judío en alguna de las Sinagogas de España.
El
Libro de las Figuras Jeroglíficas.
Con
el objetivo de obtener los conocimientos necesarios para traducir el
grimonio, Nicolás Flamel viajó a la Península Ibérica, llegó a
Santiago de Compostela, pero nada consiguió.Derrotado y cabizbajo
emprendió el regreso a casa, con las esperanzas perdidas llegó a
León, y finalmente en la antigua capital del reino, pudo contactar
con el Maestro Canches, un anciano rabí que identifió el grimorio
con el mítico Aesc Mezareph del judio Abraham, y consintió en
enseñar a Flamel todo el conocimiento esotérico y simbólico
necesario para su interpretación. Este viaje (externo e interno) fue
narrado en su Libro de las Figuras jeroglíficas, describiendo su
ascenso hasta el conocimiento supremo como si de la peregrinación a
Santiago de Compostela se tratase.
Me
puse, pues, en camino y llegué a Montjoye, y luego a Santiago, donde
cumplí mi voto con gran devoción. A la vuelta, encontré en León a
un mercader de Boulogne quien me presentó a un médico judío
convertido al cristianismo, y que era muy sabio. Se llamaba Maestro
Canches, Cuando le mostré las figuras de mi resumen, preso de
extrañeza y alegría, me preguntó de inmediato si sabía algo del
libro de donde fueron sacadas. Le respondí en latín de la misma
manera en que me preguntó que esperaba buenas noticias si alguien
me descifraba esos enigmas. De inmediato y poseído de gran ardor y
alegría, empezó a descifrar el principio.
El
Libro de las Figuras Jeroglíficas.
De
regreso a París se puso manos a la obra, fue capaz de elaborar la
piedra filosofal, consiguiendo ingentes cantidades de oro. También
asegura la leyenda que gracias a la peidra, él y su esposa
Perenelle, obtuvieron la inmortalidad. Hay quien afirma haberlos
visto en la Ópera de Paris años antes del estallido revolucionario.
Si esta historia es cierta, quizás algún día, en algún recóndito
lugar del Viejo Mundo, me tope con Nicolás y Perenelle
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