El Reino de Benin, un
estado vinculado al pueblo yoruba, tuvo a Eweka, como su legendario
fundador y a Ife, su ciudad matriz. Además de capital, Ife era una
ciudad sagrada, pues en ella se conservaban los cráneos de los
soberanos muertos.
El Reino de Benin, que
nada tiene que ver con el actual estado de Benin, ocupaba el este de
Nigeria.
La época de mayor
esplendor fue el siglo XV, cuando su capital, también llamada Benin,
estaba rodeada por un enorme muralla y en su interior, amplias calles
flanqueadas por casas de madera, confluían en el palacio del Oba
(rey). Esta etapa coincidió con el reinado del oba Eware el Grande,
que además de rey, fue médico, viajero, soldado y conquistador.
La ciudad estaba
asentada en una importante ruta comercial y sus mercaderes vendían
tejidos, marfil, bronce, aceite de palma y pimienta. Además, se
organizaban expediciones militares para capturar prisioneros, que
posteriormente eran vendidos como esclavos, especialmente a los
portugueses que a partir del siglo XV comenzaron a dejarse caer por
aquí.
Para los exploradores y
viajeros, Benin tenía un lado tenebroso y oscuro, los sacrifios
humanos. Esto le valió ser conocido como la Ciudad de la Sangre.
Benin alcanzó fama y
notoriedad por su arte, especialmente las efigies de bronce y marfil
de los emperadores y esposas, cuyos ejemplares más antiguos datan
del siglo XIV.
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