La vejez nos alcanza, la muerte
siempre nos derrota. Tan segura está de su propósito, que nos
regala una vida de ventaja. Ricos y pobres, trabajadores y
menesterosos, guapos y feos, tanto el campesino como el banquero,
todos seremos descarnados. La Mort Saint Innocent (1530), el
esqueleto, el sostén del cuerpo en vida, sobrevive a la carne, y
continúa en pie, cuán difícil es el olvido. Su presencia nos
recuerda a todos que algún día nos reuniremos para celebrar un
banquete en el Infierno. Esta sugerente escultura, que encontré en
una visita al Museo de Louvre, se alzaba en el centro del cementerio
de los inocentes (hasta el año 1786) para dar la bienvenida a los
vivos y también a los muertos. Aquí yace la esperanza.
Alguna lo habeis sentido
Hace 4 horas
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