Las iglesias
de la Vieja Europa están llenas de elementos mágicos y milagrosos,
cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos, tal es el caso
de la Piedra de las Fiebres que se conserva en la catedral de Le Puy
en Velay (un hito fundamental en el Camino de Santiago por tierras
francesas) , un lugar donde además es venerada una famosa Virgen
Negra.
La tradición
sostiene que esta enorme laja fue un altar utilizado por los druidas
de la Auvernia para sus sacrificios. La cristianización del lugar la
convirtió en una piedra milagrosa capaz de curar a los peregrinos
enfermos que pasaban la noche del viernes al sábado durmiendo sobre
ella, una práctica que nos traslada a los antiguos ritos salutíferos
vinculados con el dios Esculapio.
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