El
ser humano domesticó animales y plantas y comenzó la más
trascendental revolución de la historia. La adopción de la
agricultura y de la ganadería trajo consigo profundos cambios
culturales de enorme trascendencia para la Humanidad. El más
importante de esos cambios la transformación de los pequeños grupos
nómadas de cazadores y recolectores en poblaciones sedentarias de
mayor tamaño, al ser necesaria la adaptación a los ciclos de
crecimiento de las plantas que cultivaban.
Esta
transformación económica permitió la obtención de excedentes
alimentarios lo que favoreció un crecimiento demográfico sostenido
en el tiempo y la aparición de una nueva actividad económica, el
comercio.
Esta
sedentarización propició el desarrollo de núcleos urbanos e hizo
posible innovaciones tecnológicas como la cestería, la cerámica,
el pulimentado de la piedra y los tejidos.
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