La unidad del territorio estriba
el encontrarse atravesado por el Tigris y el Éufrates, así como el
tratarse de un espacio no excesivamente amplio, unos 2000 Km2.
Entre estas regiones existen unas determinadas vías naturales de
comunicación, por la que existe un continuo fluir de diferentes
culturas. La variedad geográfica viene determinada por la existencia
de territorios de marcada personalidad: la península de Anatolia, la
cuenca fluvial del Tigris y el Éufrates hasta su desembocadura en el
golfo Pérsico, la meseta de Irán, la franja litoral mediterránea y
los desiertos de Lut y de Arabia.
En principio los condicionantes
climáticos del Próximo Oriente parece ser que no favorecen el
asentamiento humano, aunque a pesar de esto, es aquí donde
encontramos el origen de la civilización. A pesar de esta realidad
física, existen zonas dentro de este medio, predominantemente árido,
que sí favorecen la aparición de las primeras civilizaciones; la
variedad climática, un relieve diverso y la distribución de la red
fluvial y la materia prima.
Dentro de esta amplia región
coexisten climas muy diferentes entre sí. Un clima mediterráneo en
la costa sirio-palestina, clima de alta montaña en los montes
Zagros, en Armenía y en los montes de Anatolia, un clima desértico
en los desiertos Arábigo y Lut.
La variedad de relieve la podemos
constatar entre el monte Ararat, con unos 5.000 metros, y otros
lugares deprimidos con 350 metros bajo el nivel del mar, en la zona
del mar Muerto, (se trata de la depresión más profunda de la
superficie terrestre).
Zonas densamente pobladas, ribera
del Tigris y el Éufrates, y zonas menos pobladas, los desiertos y
las altas montañas. Se produce un bagaje cultural que va desde las
zonas pobladas a las zonas despobladas, y un trasvase de materia
prima de las zonas despobladas a las zonas pobladas.
Los condicionantes del medio
físico mesopotámico son Tierra, Agua y Trabajo Humano (capacidad de
construir infraestructuras y control sobre la tierra y el agua). Esto
va da lugar a la formación de sociedades, primero urbanas, más
tarde estatales e incluso algunas imperiales, todo ello debido al
control del agua.
Las sociedades potámicas no son
exclusivas de Mesopotamia, las encontramos también en Egipto, a lo
largo del río Nilo, en la India a lo largo del Indo, y en China a
orillas del río Huang-Ho (río Amarillo). Gracias al control sobre
un recurso, en este caso el agua, se producen los asentamientos en
las ciudades, nos referimos a la llamada Revolución Urbana.
La primera tarea del hombre en
esta zona fue la de controlar las aguas del Tigris y el Éufrates.
Aunque llovía poco en Mesopotamia, los ríos se desbordaban –
tenían crecidas – periódicamente, haciendo patanos de la tierra
circundante. El hombre desecaba la ciénaga e irrigaban los desiertos
para disponer de mayor superficie de tierra para la agricultura y la
ganadería.
Aprendiendo de sus propios
errores, crearon toda una técnica de irrigación. Levantaron diques
para contener las aguas y dirigirlas a través de un complejo de
canales, presas y depósitos. Semejante esfuerzo exigía la
contribución de una vasta mano de obra y el trabajo en común de
tanta gente hizo posible la edificación de las ciudades.
Podemos imaginar lo que ocurrió;
al dominar los ríos aumentó la tierra cultivable y con ella las
cosechas; aunque no se utilizaba el dinero como medio de cambio,
había alimentos de sobra que se podían permutar en otros pueblos
por productos que necesitaran, como madera, metales, minerales y
piedras preciosas, que no producían ellos mismos.
El desarrollo de la agricultura
lleva consigo un excedente de la producción. Con lo que aumenta la
población y el comercio. Para controlar el agua son necesarias obras
de ingeniería (canales, diques…), lo que da la posibilidad de
regadíos y la necesidad de protección. Se almacena el agua en
diques y pantanos y posibilita una agricultura de regadío. El
control y la administración del agua → nueva organización
política → Estado: los grupos privilegiados asumen las tareas de
protección.
Este espacio se caracteriza
también por la escasez de materias primas imprescindibles que han de
ir a buscar a otros lugares, por ejemplo:
- en Anatolia obtienen metales: hierro y cobre (el cobre junto con el estaño son necesarios para hacer bronce, necesario para fabricar armas).
- en la isla de Chipre extraían cobre
- en las llanuras de Mesopotamia predominaban el agua y la tierra para la agricultura
- de la zona del Sinaí obtenían diorita (el Código de Hammurabi está inscrito en una piedra de diorita)
- la madera provenía de Siria, Líbano y zona occidental de los Zagros
- del Cáucaso obtenían hierro y oro
- en Nubia, al sur de Egipto, comerciaban con oro
- el estaño lo obtenían de Irán y Afganistán
Para acceder al control de estas
materias primas aparecen imperios con vocación netamente comercial.
Los circuitos a través de los cuales se accedía a estos lugares
fueron tres: Anatólico, Iránico y Sirio-Arábigo. Las ciudades
mejor situadas estratégicamente en estos circuitos eran las más
ricas.
El medio físico condiciona la
cultura y la sociedad, pero no las determinan. En zonas de montaña
existen pueblos nómadas (guti, lullubi…), que pueden dar al traste
con grandes imperios por culpa de sus incursiones en los territorios
de éstos. En las zonas de las riberas de los ríos aparecen grandes
estados: Sumer, Babilonia, Asiria.
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