Los cérvidos
son miembros de un grupo de mamíferos artiodáctilos (número par de
dedos) rumiantes ampliamente distribuidos por todo el Hemisferio
Norte. Ciervos, gamos y corzos son moradores habituales de nuestros
bosques. Estos elegantes herbívoros suelen vivir y desplazarse en
manadas de tamaño variable.
Presentan
una constitución física esbelta y grácil, su cabeza, que se va
estrechando hacia el hocico, se asienta sobre una fuerte cuello. Las
patas son relativamente largas, pero por el contrario sus pezuñas
son pequeñas y afiladas.
El elemento
más llamativo y característico de los cérvidos es su cornamenta,
exclusiva de los machos, excepto en el caso de los renos. La
cornamenta consiste en dos astas unidas a unos pivotes óseos
frontales, sobre los cuales se van añadiendo más ramas cada muda
anual. La caída y muda anual – en el caso de los machos – está
directamente relacionada con el equilibrio hormonal: la pérdida de
los órganos sexuales acarrea la de la cornamenta, que es sustituida
por un pequeña y permanente de terciopelo. Por otro lado, la
envergadura y complejidad varían en función de la edad y el tamaño
del individuo.
Al macho la
cornamenta le sirve como atributo de masculinidad (excepto en el
reno) y como arma en las luchas con otros machos para conseguir
hembras y defender el territorio. Durante la época del celo, la
mayoría de los machos emiten fuertes bramidos para impresionar a
hembras y a rivales.
Los
principales géneros de cérvidos son: Cervus (ciervos), Dama
(gamos), Capreolus (corzos), Rangifer (Renos) y Alces
(alces).
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