El valle del río Mosela, con
sus pequeños meandros, sus castillos de cuento, sus profusos viñedos
y sus encantadores pueblos es uno de los rincones más pintorescos de
la Vieja Europa.
Los castillos surgieron con la
finalidad de controlar un territorio y defender la propia vida. Con
el tiempo, las atalayas se transformaron en fortalezas, y estas en
auténticos palacios para deleite de sus dueños, y como símbolo
inequívoco de su poder.
Sobre Cochem, a orillas del
río, se eleva una de estas espectaculares fortalezas desde el año
mil. Desde esta privilegiada posición es posible controlar el
Mosela, una destacada vía de comunicación.
Sus aguas riegan los viñedos
que descienden por las colinas y transportan, desde hace siglos, los
preciados toneles rebosantes de vino blanco. Especial y dulzón.
La ciudad de Cochem actual,
bella como antaño, abre sus puertas al turista, encantado de poder
disfrutar de los placeres que ofrece el Mosela; pasear, descansar y
beber vino.
El mismo país que los
civilizaros romanos descartaron por su barbarie es, en la actualidad,
uno de los estados más modernos de Europa. Ni punto de comparación
con la caótica Italia.
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