Muerto el rey trovador y
cruzado, el cetro y la corona de Navarra fueron a posarse en las
sienes de su hijo de catorce años, Teobaldo II el Joven. Desde muy
pronto tuvo que hacer frente a las ambiciones de los ricos-hombres
del reino que pretendían manipular en lo posible, y en beneficio
propio, al joven rey.
Teobaldo buscó, y
encontró, apoyo en el rey francés Luis IX, San Luis, con cuya hija
Isabel, también muy joven, contrajo matrimonio en 1255. A partir de
ese momento San Luis se convirtió en árbitro de los problemas
navarros, ganándose también para la causa del rey de Castilla y
León, Alfonso X. Un hijo de Alfonso, Fernando de la Cerda, se casó con una hija del rey francés, Blanca de Francia.
En el año 1270 Teobaldo
acompañó a su suegro a una desafortunada cruzada en Túnez. El rey
San Luis contrajo la disentería y falleció víctima de la
enfermedad. En el camino de regreso, antes de llegar a la península,
con sólo 32 años, también moría Teobaldo.
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