La imaginación es ese algo intangible que nos hace humanos. Nuestros lejanos ancestros elucubraban sobre los insondables misterios del Cosmos, encontraron explicaciones míticas al propio comportamiento humano y disfrutaron de largas veladas contando cuentos alrededor de la hoguera. Afortunadamente nada de eso ha cambiado y ahí seguimos, inventando historias, tranzando ejes imaginarios y estableciendo relaciones poco probables. Unos cuantos ítems, aparentemente inconexos, pueden servirnos para hilvanar una fascinante historia.
Teodorico de Alsacia, conde de Flandes, fue un dinámico cruzado que partió cuatro veces hacia Tierra Santa. En una de estas expediciones, Teodorico consiguió hacerse, alguien habla de un regalo, con la más preciada y poderosa de las reliquias cristianas, una ampolla que contenía la sangre de Jesucristo. Cuando regresó a Flandes la depositó en una pequeña iglesia enclavada en la bella ciudad de Brujas, la Basílica de la Santa Sangre, donde es venerada desde hace ocho siglos.
Felipe de Alsacia, hijo y sucesor de Teodorico al frente del Condado, está relacionado con la leyenda medieval por excelencia, el Santo Grial. La copa sagrada que recogió la sangre redentora de Cristo (¿la misma sangre que su padre llevó a Brujas?). Una tradición, más bien leyenda, cuenta que Felipe halló un manuscrito que contenía ciertas historias relacionadas con la reliquia, y que sirvió de inspiración para que Wolfran von Eschenebach escribiese su Parzifal, personaje fundamental en el Ciclo del Grial.
Pero aún hay más. El gobierno de Felipe de Alsacia corresponde con la época de mayor esplendor cultural del Condado de Flandes, cuya refinada corte contribuyó al mecenazgo de numerosos artistas, entre ellos Chretien de Troyes. Y fue precisamente Felipe el que encargó al literato francés la redacción del Cuento del Grial. Chretien de Troyes dedicó el cuento inconcluso a su mecenas flamenco. ¿Fue Felipe de Alsacia el auténtico Rey Pescador?. ¿Demasiadas casualidades?.
Pero vamos a enredar un poco más esta madeja. Algunos historiadores, como Werner Thomas, señalan que el noble flamenco peregrinó a Santiago antes de 1172. Otros estudiosos de la materia, sin embargo, opinan el hecho no es demostrable documentalmente. Llegados a este punto y teniendo en cuenta que en el Camino de Santiago encontramos, al menos, tres cálices candidatos a Santo Grial – Cebreiro, San Juan de la Peña (actualmente en la catedral de Valencia) y San Isidoro de León – podemos cerrar los ojos, dejar volar la imaginación y contemplar al noble conde flamenco depositar el Santo Grial en uno de los enclaves jacobeos.
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