En
los cursos fluviales del bosque ecuatorial, en el corazón del
continente africano, habita el hipopótamo pigmeo, un mamífero
herbívoro compacto y robusto. Estos animales pasan el día en
lagunas, ríos y pantanos, y durante la noche se mueven a través de
túneles en la densa vegetación ribereña para ir a pastar a los
claros, prados y márgenes herbáceos de sendas y charcas.
Al
hipopótamo pigmeo le gusta la soledad y la tranquilidad, a
diferencia de su enorme pariente, el hipopótamo común, que vive en
grandes grupos, el pequeño de la familia es un animal individual y
solitario. Suelen vivir solos, en pareja o una madre con su cría
asociada temporalmente a un macho. El cachorro crecerá rápidamente
y en un par de años puede ser rechazado por su madre para criar a
otro vástago.
Hojas,
brotes tiernos, plantas caídas, frutos caídos, raíces y
tubérculos, conforman su dieta, Utilizan sus gruesos labios para
llevarse el alimento a la boca. El hipopótamo pigmeo tiene hábitos
fundamentalmente terrestres, no como su primo el hipopótamo común,
que prefiere la vida acuática.
La
caza y la fragmentación de su hábitat como consecuencia de la
desforestación son los principales peligros a los que se enfrenta
esta extraña criatura. Leopardos y seres humanos son sus más
encarnizados enemigos. Muchos científicos piensan que la única
posibilidad de salvación para esta especie es la cría en cautividad
en parques zoológicos. En cautividad son capaces de vivir hasta 55
años.
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