Grandes
cigüeñas y majestuosos milanos nos acompañan en nuestro viajar por
la piel de toro. Las tierras serranas que unen Extremadura y
Salamanca pasan por ser las menos humanizadas de España (y ahí
radica su encanto). El paisaje y la naturaleza te embaucan para que
no quieras marchar de una tierra que conserva el aroma de lo
auténtico: la vida plena.
Hombre,
flora y fauna viviendo en una comunión más o menos equilibrada y
ventajosa para todos. Qué diferente es esto de las regiones
densamente pobladas y salvajemente urbanizadas de los costas. Al
contrario que Serrat, dejamos el mar, y nos vinimos al monte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario