Uno de los emblemas de la ciudad de Salamanca son las torres medievales de su catedral, que se elevan por encima de los cien metros de altura. En Salamanca conviven dos catedrales, la Vieja, medieval y románica, sobre la que se va superponiendo la Nueva, altura gótica, clasicismo renacentista y exaltación barroca.
Ieronimus, nombre elegido
para la exposición que muestra parte de la historia y arquitectura
de las dos catedrales salmantinas, es la latinización de Jerónimo
de Perigeaux, uno de los más famosos obispos españoles, de origen
francés, personaje de la Reconquista, capellán del Cid Campeador.
Siendo Obispo de Valencia fue destinado a Salamanca para restaurar su
diócesis, en el contexto de la repoblación puesta en marcha por
Raimundo de Borgoña y Urraca de León.
La Catedral Vieja se
construyó durante los siglos XII - XV y la Catedral Nueva que se
levantó durante los siglos XVI - XVIII. Una magna obra que
abarca todos los estilos artísticos, románico, gótico, plateresco,
renacentista, barroco, neoclásico y contemporáneo, y en la que han
participado arquitectos, maestros de obra y los más insegnes
artistas de cada época; Juan Gil de Hontañón, Juan de Álava,
Rodrigo Gil de Hontañón, los Churriguera, Setién Güemes, Repullés
y Vargas....
Durante siglos una
ciudad entera colaboró para elevar estas catedrales a la mayor
gloria de Dios.
La catedral románica de
Santa María es una de las construcciones más monumentales y
estéticas del panorama arquitectónico español, y hoy podemos
disfrutar de ella gracias a un hecho excepcional; las autoridades
decidieron dejarla en pie cuando se acometió la construcción de la
Catedral Nueva.
El templo se inició
durante las primeras décadas del siglo XII y se concluyó durante el
siglo siguiente. En un primer momento se la denomina Santa María de
la Sede y en general tenía más aspecto de fortaleza que de Iglesia.
Un edificio puro y austero según los principios del románico, pero
que ya empieza a incorporar elementos góticos.
A finales del siglo XV
la antigua catedral se estaba quedando pequeña a medida que la
ciudad crecía y se desarrollaba, una situación que obligó al
cabildo plantearse la construcción de un nuevo templo. Los Reyes
Católicos pidieron la autorización papal y en 1513 comenzaron las
obras de una catedral dedicada a la Asunción de la Virgen, dirigidas
por Antón Egás.
Las estancias interiores
de las torres han sido objeto de largos y concienzudos estudios
históricos, arquitectónicos y arqueológicos, en un proceso que
incluía la restauración, y que ha posibilitado su puesta en valor.
La mazmorra fue
construida en el siglo XIII en el nivel inferior de la Torra Mocha y
la puerta de salida al exterior fue abierta en el siglo XVIII.
La estancia del carcelero
también fue construida en el siglo XIII. Situada también en la
Torra Mocha aquí residía el guardian de la mazmorra.
Las iglesias cristianas
presentan como característica constructiva que la cabecera, el lugar
donde se sitúa el altar y hacia donde se dirigen las oraciones, está
orientada hacia el este, en busca siempre del sol naciente. Como el
orto solar – el punto exacto por el que sale el sol cada mañana –
va cambiando según la estación del año, la orientación de cada
templo varía con respecto a los otros. En ese sentido dicha
orientación se establece hacia el nacimiento del sol en el día de
la patrona o patrón bajo cuya advocación se construye el templo.
La música, parte
esencial de la naturaleza, ha acompañado desde tiempos remotos a las
liturgias y celebraciones religiosas, de tal forma que la catedral se
revela como una auténtica caja de música. La voz es el instrumento
primordial, y el coro barroco lugar por excelencia donde estas voces
toman la forma de canto. De los cinco órganos que se conservan en la
catedral, uno de ellos podría ser el más antiguo del continente.
Instrumentos
renacentistas de viento y madera. Chirimía de contralto y barrilete
de bombarda.
Históricamente la
catedral de Salamanca ha ostentado la primacía en materia musical en
el conjunto de las catedrales españolas.
El retablo de la Catedral Vieja es una pieza única (realmente eso cuentan en todas las catedrales que he visitado) en la que se funden el trascendentalismo bizantino y el humanismo del Renacimiento italiano. 53 paneles con escenas bíblicas ilustran el altar. Nuestra señora de la Vega, ilustre patrona de Salamanca, preside el retablo. Nicolás Florentino, en colaboración con sus dos hermanos, trabajó en los paneles.
La Sala del Alcaide es un
ámbito con ventana abierta a la Iglesia Vieja y corresponde al siglo
XII. En esta sala se pueden observar instrumentos musicales del
Renacimiento, un cantoral de música gregoriana y algunos objetos
relacionados con el culto y la liturgia.
Esta campana gótica de
bronce fue fundida aproximadamente en el año 1350. Las campanas eran
el principal medio de comunicación en las ciudades medievales y
existían más de cien tañidos diferentes según las necesidades: a
nublado, a fuego, bula de cruzada, licenciamiento en la universidad,
a procesión, agonía, toque de ánimas, excomuniones e incluso para
exorcizar a la peste.
Bula de Celestino III
fechada en 1196. Este documento confirma la concordia entre las
iglesias de Salamanca y Ciudad Rodrigo, estableciendo los límites de
ambas diócesis.
El Salón de la Bóveda
se sitúa en el interior de la Torre de las Campanas, una sala
construida en el siglo XIII. Este habitáculo fue el primer espacio
que conectaba las Catedrales Nueva y Vieja. En su momento estuvo
habitada por campaneros, relojeros y sus familias.
La tradición cuenta que
este crucifijo de madera y esmalte del siglo XI lo llevaba el Cid en la
batalla.
Otro documento
fundamental para la existencia misma del templo. En 1289 el papa
Nicolás IV expedió esta bula en favor del cabildo catedralicio de
Salamanca. Concede 40 días de indulgencias a quienes apoyen
económicamente la construcción de la Catedral Vieja de Salamanca
aportando sus limosnas.
Privilegio rodado de
Fernando II que concede privilegios a 25 personas que trabajaban en
las obras de construcción de la catedral.
Los archivos son la puerta del pasado, que nos abre el futuro.
La roca nutre estos muros
y la firma de albañiles y canteros quedó para la posteridad en
sus sillares. La piedra de Villamayor, un tipo de roca caliza dorada
y moldeable, es la materia prima que se utilizó para levantar la
catedral. El cabildo contaba con sus propias canteras en la localidad
en cuestión. Entre piedra y cantero se establece una profunda
relación de complicidad, el hombre trabaja en silencio y la roca se
deja transformar.
La sala alta, la más
elevada de la Torre Mocha, permite el acceso a las terrazas, a las
cubiertas y a otras torres.
Como el entrañable
Quasimodo en Notre Dame de París, las gigantescas catedrales góticas
tenían a sus propios habitantes. Pertigueros, perreros, carceleros,
campaneros, guardianes y demás trabajadores llenaban de vida estas
estancias y pasillos, formando una ciudad en miniatura, donde cada
uno cumplía su función en pos de un fin mayor, el correcto
funcionamiento de la Catedral.
La Torre Mocha es una
antigua atalaya defensiva almenada erigida durante la XIII centuria
conocida por este motivo como “Salmantica fortis”. Hasta bien
entrado el siglo XVIII se le fueron añadiendo modificaciones.
El andén de la Torre
Mocha, una terraza abierta al exterior, con vistas excelentes a la
ciudad y desde donde gozamos de una impagable perspectiva de todo el
conjunto catedralicio.
Desentrañando los secretos de las dos catedrales, se miran de reojo, se desafían, pero sus sillares entran en simbiósis, convirtiendo la competencia en perfección .
El coro barroco delimita
espacios y destruye, en cierto sentido, el espíritu original del
templo.
Desde aquí observa Dios a sus fervientes seguidores. Pero que no se nos olvide, que desde lugares parecidos, en cuanto altura, observa el rey a sus súbditos, el político a sus acólitos y las megaestrellas del deporte a sus fans.
Campanario, un centro de comunicación medieval. En la actualidad forman parte de este
campanario catorce campanas, algunas de ellas con nombre propio como
María de la O. Los campaneros vivían con sus familias en la torre,
desde donde se encargaban de que todo funcionara correctamente.
Con 104 metros, la torre
de las campanas es, excluyendo la arquitectura contemporánea, la
torre más alta de España después de la Giralda. Un campanario que
es una auténtica torre del homenaje.
Muy cerca del cielo.
Salamanca a vista de pájaro.
El famoso astronauta es
uno de los elementos más curiosos y exóticos de la Catedral de Salamanca.
Las catedrales las
construyeron hombres, albañiles y canteros, estos empezaron a crear
logias, que al pasar el tiempo dieron lugar a la Masonería, una
institución que rinde culto y venera al Gran Arquitecto del Universo
y cuya función “es combatir la ignorancia bajo todas sus formas y
constituye una escuela de enseñanza mutua”.
La magnificencia de Dios
convertida en piedra, la música del órgano nos acerca al cielo, la
altura de columnas y bóvedas nos recuerdan lo ínfimo que somos,
debemos mirar hacia arriba, elevar nuestra cabeza, nuestro corazón y
nuestro espíritu para entrar con contacto con el Altísimo.
Nosotros, pobre humanos, pasamos por la vida, pero la piedra, el
mármol de la iglesia soporta mejor el paso del tiempo, símbolo
inequívoco de la eternidad y la atemporalidad de Dios. Debemos ser
conscientes de nuestra caducidad, y cuando llegue la hora de nuestra
marcha, Dios nos esperará con sus brazos abiertos, y nos recibirá
con gozo y regocijo, para él y para nosotros. No hace falta ser
creyente para comprender perfectamente lo que puede sentir un
auténtico y ferviente católico al penetrar en el interior de una
catedral como esta.
Las grandes catedrales
tienen un algo que atrapa, maravilla, acongoja, tanto desde el
exterior como en el interior, una vez que estamos bajos su techo, son
lugares mágicos y llenos de energía e historia.
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