El cuerpo de una persona está
formado por 26 elementos químicos distintos. De esos elementos
cuatro de ellos suponen el 96% de la masa total del individuo. Somos
un 65% Oxígeno, 18,5% Carbono, 9.5% Hidrógeno y 3.2% Nitrógeno. 22
elementos, en pequeñas dosis, completan el organismo.
Los denominados elementos
minerales son Calcio (1,5%), Fósforo (1%), Potasio (0.4%), Azufre
(0,3%), Sodio y Cloro (0,2% cada uno) y Iodo, Hierro y Magnesio (0.1%
cada uno). El resto, que por su reducida proporción en el cuerpo, se
denominan oligoelementos, apenas suponen el 0,1% de la masa total, no
obstante son imprescindibles para la vida ya que su ausencia puede
causar graves alteraciones y desequilibrios al organismo. Estos
elementos son Aluminio, Boro, Cromo, Cobalto, Cobre, Estaño, Flúor,
Manganeso, Molibdeno, Selenio, Silicio, Vanadio y Zinc. El Calcio es
imprescindible en los huesos, el hierro es necesario para el
transporte de Oxígeno en la sangre, sin Sodio y Potasio quedarían
interrumpidas las transmisiones nerviosas y las contracciones
musculares, el flúor es esencial para los dientes, el cobre para el
cerebro y el hígado.
Oxígeno. El 65% del
cuerpo humano es Oxígeno, en una persona de 70 kilogramos, 50 son de
Oxígeno. Está presente en todas las células y en cualquier tipo de
alimento, formando parte de glúcidos, lípidos, proteínas,
vitaminas y ácidos nucleicos. El Oxígeno es responsable de la
combustión de los nutrientes para obtención de energía y el
organismo lo incorpora a través de la respiración pulmonar. Sin
Oxígeno se paralizan todas las reacciones químicas de las células,
por tanto, sobreviene la muerte. La privación parcial de este
elemento produce una disminución de la actividad cerebral y de la
capacidad de trabajo de los musculos. Sin embargo, el Oxígeno
respirado en estado puro tiene efectos nocivos, pudiendo provocar la
muerte si es inspirado durante más de 48 horas.
Carbono. El elemento de
la vida constituye el 18% de la composición del cuerpo humano, es
decir, 13 kilogramos de Carbono en 70 kilogramos de persona. Un
elemento esencial para la vida por su facilidad para formar enlaces
sencillos y estables con otros átomos, dio origen a una gran
variedad de moléculas orgánicas. El Carbono es el eje central de
las moléculas de la vida; glúcidos, lípidos, proteinas, vitaminas
y ácidos nucleicos.
Hidrógeno. Este elemento
representa el 10% del cuerpo humano. En una persona de 70 kilogramos,
10 kilogramos son de Hidrógeno. Es el elemento más sencillo (un
protón, un electrón), el más abundante de todo el Universo y un
constituyente fundamental de las moléculas orgánicas (glúcidos,
lípidos, proteinas, ácidos nucleicos y vitaminas). Además
desempeña un papel fundamental en la determinación del grado de
acidez de los líquidos internos.
Nitrógeno. El Nitrógeno
representa el 3% de la composición elemental del cuerpo humano. En
términos absolutos 2 kilogramos en un cuerpo de 70. Junto a los
elementos anteriores (O, C e H) es el elemento fundamental sobre el
que se sustenta la vida. Forma parte de proteinas, ácidos nucleicos
y algunas vitaminas, y lo podemos encontrar en las carnes, los
huevos, derivados lácteos, frutos secos y pescados. A nivel del mar
el organismo contiene casi 1 litro de Nitrógeno, una mitad disuelta
en el agua y la otra mitad en las grasas. El Nitrógeno en exceso
puede provocar algunos problemas: la degradación de proteinas y
ácidos nucleicos generan, entre otros productos, ácido úrico y
urea, el exceso del primero provoca gota, y el del segundo refleja
mal funcionamiento del riñón. En los submarinistas el nitrógeno
respirado de las bombonas de aire puede causar la conocida borrachera
de las profundidades, similares a los efectos que produce el
alcohol. Además, si se produce un ascenso rápido, el Nitrógeno
disuelto en la sangre forma burbujas y origina el síndrome de
descomprensión.
Calcio. En una persona de
70 kilogramos, 1,5 son de Calcio. Este elemento se encuentra en forma
de sales de calcio en huesos y dientes, y también interviene en el
funcionamiento del Sistema Nervioso, de la contracción muscular, la
del músculo cardíaco y para la coagulación sanguinea. La presencia
de vitamina D favorece la absorción de Calcio en el intestino. La
deficiencia de Calcio debilita huesos y dientes. La carencia de
vitamina D o la osteoporosis (descalficación de los huesos) son las
causas más frecuentes de este déficit. Además la escasez de calcio
puede provocar espasmos musculares. Los niveles altos de Calcio en
los líquidos corporales inhiben la actividad del sistema nervioso y
disminuye los reflejos, y las sales de calcio puede depositarse en
los riñones y formar las dolorosas piedras. La dieta de un adulto
debe contener entre 400 y 500 miligramos de Calcio diarios y lo
podemos obtener de la leche y sus derivados y en menor proporción en
cereales, legumbres, pescados, huevos, nueces y hortalizas. Debemos
tener en cuenta, no obstante, que únicamente el 20 o 30% del calcio
de los alimentos es absorbido, el resto se elimina con las heces.
Vanadio. El cuerpo humano
contiene trazas de Vanadio en cantidades inferiores a 10 miligramos.
En 1971 se descubrió su importancia para el organismo. Las
investigaciones realizadas indican que es fundamental para el
desarrollo del organismo, puesto que está relacionado con la
mineralización de los dientes y con la formación de los huesos. Se
encuentra en los cereales, mariscos e hígado.
Potasio. En un cuerpo de
70 kilogramos 150 gramos son de Potasio. El Potasio se encuetra
disuelto en el interior de las células y junto con el Sodio y el
Cloro determina el grado de hidratación del organismo y propociona
las condiciones adecuadas para la transmisión de los impulsos
nerviosos y la contracción muscular. La presión sanguínea alta y
otros problemas cardiovasculares están relacionados con una baja
ingesta de potasio asociada a un consumo demasiado alto en Sodio,
presente en la Sal Común. Por otro lado, aunque los riñones se
ocupan de mantener unos niveles de potasio constante, una enfermedad
puede aumentar su concentración en sangre. Un exceso de potasio
puede causar arritmias e incluso llegar a parar el corazón. Un
adulto necesita 2 gramos de potasio diarios que obtiene del pan,
patatas, cereales, frutas, hortalizas y leche.
Sodio. Un cuerpo de 70
kilogramos contiene unos 140 gramos de Sodio y es el principal
elemento químico de los líquidos que rodean a las células y del
plasma sanguineo. Determina el grado de hidratación del organismo
junto al Potasio y el Cloro, y proporciona las condiciones adecuadas
para la transmisión de impulsos nerviosos y contracción muscular.
La concentración de Sodio en la sangre está regulada por procesos
de filtración en el riñón, controlados, a su vez, por hormonas. El
sodio se elimina fundamentalmente por la orina, y también por el
sudor. En ambientes cálidos las transpiración eleva la pérdida de
Sodio. Los niveles altos de sodio en sangre están relacionados con
los aumentos de presión arterial o hipertensión, de ahí que se
recomiende moderar el consumo de sal a las personas hipertensas. Con
solo 500 miligramos se cubren las necesidades diarias de un adulto,
sin embargo, las dietas normales aportan alrededor de 10 gramos, y
esto es así por que se añade sodio a la mayoría de los alimentos,
tanto en forma de sal como de glutamato sódico (para dar más sabor
a los alimentos procesados).
Manganeso. Su presencia
en el cuerpo humano se reduce a unos 100 miligramos. El Manganeso
participa en los procesos de formación de la urea, producto de las
descomposición de las proteinas, que se elimina a través de la
orina. Está relacionado también con la formación de glóbulos
rojos, con el crecimiento, la reproducción y la formación de los
huesos. Las personas que trabajan en las minas pueden sufrir
intoxicación por Manganeso, que ocasiona síntomas similares a los
de la enfermedad de Parkinson, como temblores y pérdida de lucidez.
Se encuenta sobre todo en el salvado de trigo y en las nueces.
Hierro. La cantidad de
Hierro presente en el cuerpo es muy pequeña, 6 gramos, pero resulta
esencial. Forma parte fundamental de la hemoglobina, la proteina
encargada del transporte del oxígeno en los glóbulos rojos. También
se encuentra en la mioglobina, que suministra oxígeno al músculo y
en algunas enzimas encargadas de obtener energía de los nutrientes.
La presencia de vitamina C favorece la absorción de hierro en el
intestino. La carencia de Hierro provoca anemia: el organismo no
puede producir hemoglobina y el cansancio físico se apodera del
organismo. El hígado, riñón, carnes rojas, yema de huevo,
legumbres y frutos secos son alimentos ricos en hierro.
Fósforo. Un cuerpo tiene
aproximadamente 700 gramos de Fósforo y alrededor del 80% se
encuentra en los huesos y los dientes, formando sales con el Calcio.
Es también un constituyente fundamental de los ácidos nucleicos
(como el ADN), de la molécula de ATP (Adenosintrifostato) encargada
de almacenar energía y de otras sustancias imprescindibles para el
funcionamiento del cerebro. En la sangre representa el sistema más
importante de regulación del grado de acidez. Las mejores fuentes de
fósforo son la leche, la carne, hígado y yemas de huevos.
Azufre. En una persona de
70 kilogramos, 200 gramos son azufre. El Azufre forma parte de la
estructura de algunas proteinas, como las del músculo – influyendo
en el proceso de contracción – la queratina del pelo y uñas, la
insulina, o el colágeno de los tendones y matriz de los huesos.
También en la composición de algunas vitaminas del complejo B. Se
encuentra en la carne, huevos, pescados, productos lácteos y
legumbres.
Iodo. La cantidad de Iodo
en un cuerpo es ínfima, apenas 30 miligramos. De ese Iodo, la mayor
parte se encuentra en la glándula tiroides, responsable de la
producción de hormonas que intervienen en el crecimiento,
mantenimiento de la temperatura corporal y actividad del sistema
nervioso. El bocio es un anormal crecimiento de la glándula tiorides
situada en el cuello que se produce cuando hay deficiencia de Iodo en
la dieta. Los suelos de las zonas montañosas suelen ser pobres en
Iodo, por lo que la aparición de bocio es frecuente entre sus
habitantes, por ese motivo en Suiza se llegó a fabricar chocolate
iodado. Pescados, mariscos y otros productos marinos son ricos en
Iodo. Las hortalizas, dependiendo del suelo de cultivo, también
contiene cantidades variables de Iodo. Para prevenir la deficiencia
de Iodo en algunos lugares se comercializa sal iodada.
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