Torres y murallas, calles
empedradas y trazados abigarrados, son los elementos arquitectónicos
que con pasión buscamos todos aquellos que hemos sido contagiados
por el virus de la Edad Media. Transilvania, una región a caballo
entre Rumanía y Hungría ofrece varios y destacados ejemplos de
ciudad fortificada. Sibiu es una de ellas. Es posible seguir una ruta
contemplando muros y torres, lienzos y bastiones, una delicia.
Cuentan, los que saben
de estos temas, que Sibiu tenía una de las mejores ciudadelas de
toda Transilvania, especialmente preparada para la defensa del
recinto urbano con una triple línea de fortificaciones, donde se
alzaban torres e intercalaban bastiones, que discurrían entre lo que
hoy en día se llama Ciudad Alta y la Ciudad Baja.
La primera línea de
fortificación se construyó alrededor de la iglesia, en torno a la
plaza Huet y sus dos torres eran la de la iglesia y la de la
escalera. A partir del siglo XIII Sibiu empezó un imparable
desarrollo comercial y urbanístico, hechos que obligaron una
ampliación de sus murallas. Los muros fueron prolongados y doblados
hacia el noreste, quedando terminada a mediados de la misma centuria.
En estos momentos se alzó la torre del reloj.
El tercero de los
anillos se construyó por motivos estratégicos. En realidad lo que
se hizo fue reforzar las dos murallas que ya existían, quedando
establecida una zona que se conoce desde entonces como “Ciudad
Alta”. Estas obras finalizaron a mediados del siglo XIV y
posteriormente, adaptándose a las nuevas exigencias, se construyeron
bastiones y puestos de artillería. El conjunto era prácticamente
inexpugnable.
Paralela a la calle
Cetati se alza un precioso conjunto formado por tres remozadas
torres; la de los arcabuceros – turnu archebuzierilor – de los
alfareros – turnu olarilor – y la de los carpinteros – turnu
dulgherilor -. Cada una toma el nombre del gremio que la construyó,
cuyos miembros tenían además la obligación de realizar las obras
de mantenimiento y por supuesto defenderlas cuando fuese necesario.
En ese sentido, los ciudadanos ya no dependían de un señor feudal,
defenderían sus vidas con sus propias manos.
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