El Castillo de la Yedra, en el cerro de Salvatierra, situado sobre las aguas del río Cerezuelo, que fluyen con parsimonia por las calles de la localidad jiennense de Cazorla, se construyó en época bereber, pero la forma definitiva que podemos disfrutar en la actualidad es obra de los cristianos.
El rey de Castilla
Fernando III “el Santo”, en el año 1231, junto al arzobispo de
Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, conquistó el enclave de Cazorla.
Tras la conquista, la albacara árabe, recinto amurallado de tierra y
cal, se transformó en castillo, con muros de piedra y una enorme
torre del homenaje.
Al amparo de la
conquista cristiana de Cazorla, surgió la trágica leyenda de la
Tragantía. El rey y señor del castillo, al enterarse que las
huestes portadoras de la Cruz avanzaban rápidamente en dirección a
su fortaleza, y para evitar que su hija fuese cautiva y ocultarla de
los lascivos ojos invasores decidió ocultarla. Para ello, la encerró
en una profunda mazmorra horadada en la roca, más profunda que los
propios cimientos del castillo, y camufló perfectamente la entrada
para impedir su localización.
El rey moro y su guardia
personal partieron al encuentro de los soldados castellanos. Tras una
sangrienta escaramuza, todos perdieron la vida. Las esperanzas de la
princesa también quedaron sepultadas ese día.
La joven princesa,
abandonada, y olvidada por todos, se vio embargada por una terrible
tristeza y una inapetente melancolía. Poco a poco, día a día, fue
cayendo en un profundo letargo reptiliano. La oscuridad absoluta y la
humedad de la piedra provocaron un irreversible proceso de
metamorfosis, y la hermosa princesa mora, terminó por transformarse
en un ser fantástico, mitad mujer, mitad lagarto.
Desde entonces, vecinos
del pueblo, e incluso incautos visitantes, han podido oír, durante
las larguísimas noches serranas, los ahogados lamentos de la
Tragantía, que se van haciendo más frecuentes a medida que se
acerca la siempremágica Noche de San Juan, único momento del año
que, por unas horas, escapa de su eterna prisión de rocas.
“Yo soy la Tragantía,
hija del rey moro.
El que me oiga cantar,
no verá la luz del día
ni la noche de San Juan”.
También se cuenta, que
todos aquellos que la oyen cantar, van muriendo a consecuencia, de la
dulce voz de la Tragantía.
Cazorla se utilizó como
trampolín, para lanzar a las tropas cristianas sobre la campiña
cordobesa, y terminar apoderándose de la antigua capital del
Califato, Córdoba, tan sólo cinco años después, en 1236.
Gélidas y cristalinas aguas del río Cerezuelo.
Gélidas y cristalinas aguas del río Cerezuelo.
La construcción más
antigua de la fortaleza es la muralla que rodea el recinto, y
probablemente haya que remontarse hasta el siglo XI, para encontrar
su origen.
La recia torre del
homenaje se levantó en el siglo XIV, bajo el arzobispado de Pedro
Tenorio, para realzar el poder y el prestigio de los Adelantados. No
obstante su capacidad simbólica, la torre fue concebida para un uso
estrictamente militar, y de ahí su estructura.
Como muchas construcciones de estas características, el Castillo de la Yedra, también se sirve de la orografía del terreno y de sus materiales rocosos.
Como muchas construcciones de estas características, el Castillo de la Yedra, también se sirve de la orografía del terreno y de sus materiales rocosos.
Fernando III, quizás
como recompensa por la ayuda prestada, quizás por su incapacidad
material para mantener abierto varios frentes simultáneos, cedió al
Arzobispado de Toledo un señorío, el Adelantamiento de Cazorla,
cuya función sería la protección del Valle del Guadalquivir.
Este Adelantamiento de
Cazorla estaba compuesto por seis municipios; Cazorla, La Iruela,
Villacarrillo, Iznatoraf, Villanueva del Arzobispo y Sorihuela del
Guadalimar, que además eran centro y apoyo a un buen número de
castillos rurales, atalayas y torres ópticas.
Desde el Mirador
Riogazas vemos los restos del Castillo de las Cinco Esquinas (también
conocido como Castillo de Salvatierra). Muy posiblemente una atalaya
en relación directa con el entramado defensivo cuyo núcleo
principal era el Castillo de la Yedra.
Omnipresente Castillo de
la Yedra, protegiendo la localidad que aun duerme envuelta en brumas.
La torre del Homenaje
del Castillo de la Yedra se yergue como una prolongación de la
montaña, bajo su atenta protección, y amparada por una enorme
muralla granítica nació, creció y se multiplicó la pequeña
Cazorla medieval, una localidad en que las viviendas robaron su
espacio a la sierra, el hombre usurpó su lugar a la fauna, aunque no
le quedó más remedio que aprender a convivir con la Naturaleza.
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